28 de marzo de 2024 2:02 pm
OPINIÓN

La felicidad y las buenas noticias

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Cecilia González Michalak

Estamos viviendo una época difícil. Por un lado, todos los días hay noticias sobre nuevos infectados del COVID-19, o de nuevas cepas que son más peligrosas. Por otro lado, está la incertidumbre de la crisis económica mundial. Las cuestiones políticas no ayudan tampoco a tener un panorama de un futuro seguro y feliz. Y bueno, si hay algún desastre natural, la sensación de impotencia nos colma el plato.

Todas esas noticias negativas nos afectan no sólo anímicamente, sino también físicamente. Las noticias negativas aumentan el nivel de cortisol, la principal hormona del estrés del cuerpo, y estar expuesto continuamente a esta hormona causa efectos secundarios graves, incluida la incapacidad de regular naturalmente la presión arterial. En cuestión de salud mental, las malas noticias pueden causar depresión, ansiedad y pérdida del sueño.

Aunque algunos diarios y noticiarios creen que las buenas noticias no son noticia, según varios estudios, la gente está ansiosa de escuchar cosas positivas e historias motivadoras que permitan ver la luz al final del túnel. Por ejemplo, Jorge Dobner encabeza desde el año 2008 la publicación digital En positivo para que la gente pueda hacer lecturas constructivas de la actualidad y visibilizar otra realidad que, aunque no sea tan morbosa o escandalosa, también existe y es necesaria. Existen otros proyectos como Yes! Magazine de Estados Unidos, Reporters d’Espoirs (Reporteros de Esperanza) en Francia, Positive News en Reino Unido, o Some Good News del actor John Krasinski, que buscan compartir noticias humanas que suban la moral y alegren un poco el día.

El libro de Johan Norberg, Grandes avances de la humanidad, se basa en cifras oficiales de instituciones internacionales como Naciones Unidas, el Banco Mundial o la Organización Mundial de la Salud, para dar noticias optimistas sobre el avance de la humanidad. El desarrollo en las últimas décadas no tiene precedentes: en casi todos los rincones del mundo, la esperanza de vida, la prosperidad, la seguridad y la salud han mejorado mucho más que en los primeros cien mil años de la humanidad.

Este libro busca informar y dar esperanza, pero no quiere que el lector se duerma en los laureles. Los triunfos que ya se han tenido, como la erradicación de algunas enfermedades o la paz en algunas naciones, son importantes, pero siempre hay amenazas que atentan contra las libertades individuales, la economía abierta y el progreso tecnológico. Esta lectura es un recordatorio de que no debemos bajar la guardia y no debemos perder la creatividad, porque en un momento de inspiración, podríamos tener la solución a algún problema de orden mundial.

Varios estudios han demostrado que las buenas noticias favorecen a la salud mental y la vinculación social. Además, una persona se vuelve más productiva, no sólo a nivel de empresa, sino en su ámbito personal, ya que puede organizarse lo suficiente para socializar y cultivar sus pasiones. Está bien informarse, pero, en vez de caer en el hoyo negro del pesimismo y estarse preparando para todos los males que atañen al mundo y contra las avispas japonesas como una posible plaga bíblica –no es chiste, es anécdota–, ver de vez en cuando una noticia favorable y esperanzadora, hace que todo el panorama se equilibre. Y el libro de Norberg permite tener en la mesilla de noche noticias sobre el medio ambiente, la libertad, el trabajo infantil y la alfabetización, entre otros, que permitan recordarnos que las cosas estarán mejor… pronto… algún día.

La salud mental y la felicidad se construyen día a día. Hay técnicas de mindfulness y de agradecimiento diario que ayudan. También, es preferible ir con un especialista cuando uno siente que no puede con la situación que le rodea solo, y eso no está mal. No es necesario sentirse en la cima del mundo todos los días e ignorar otros sentimientos que han sido denotados como negativos sólo porque incomodan. Pero, ver un panda rodando, un perro disfrazado o un perezoso bostezando alegran un poco y nos permiten valorar que no todo en este mundo es terrible. Hay que seguir adelante. Seamos creadores de las buenas noticias.

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