Ogimi es un pequeño pueblo de Japón, en la provincia de Okinawa, que tiene el mayor índice de longevidad del mundo. Sus 3 mil habitantes, no sólo aspiran a tener una vida de más de 100 años, sino que además, son personas activas y felices. ¿A qué se debe esto? Al ikigai.
Ikigai, en japonés, se escribe 生き甲斐, donde 生き significa “vida” y 甲斐 significa “valer la pena”. Aunque no hay una traducción propiamente en español, este término podría explicarse como la razón de ser de una persona. En temas filosóficos, podría resumirse a la misión en el mundo de un ser humano. En cuestiones más terrenas, se considera a aquello en lo que una persona es hábil y puede hacer una profesión con eso.
El ikigai es una mezcla de profesión, misión, vocación y pasión. Muchos de los centenarios y supercentenarios (personas de más de 110 años) de Ogimi siguen disfrutando del ikigai, esa actividad especial que les hace despertar todas las mañanas, que les apasiona y que les permite ganar un poco de dinero. Según los testimonios del libro de Héctor García y de Francesc Miralles, estas actividades son plantar vegetales, tejer, dar clases de música o de baile… y al final, todas estas personas están envejeciendo como jovencitos.
Encontrar el ikigai propio puede ser difícil para unos. En estos tiempos confundimos muchas veces los pasatiempos con la vocación, y la vocación con la profesión. Desde pequeños nos preguntan a qué nos queremos dedicar, y las opciones de policía, bombero, cantante, sirena o basurero, conforme crecemos, parecen inviables para la sociedad que te exige tener un título universitario y ejercer en una carrera que te permita ser exitoso, es decir, que te permita tener dinero y fama en tu campo. Pero se olvidan de la parte de la felicidad. Para quienes no han encontrado aún esa razón de ser, los autores crearon a su vez un manual llamado El método Ikigai con cuestionamientos y ejercicios para descubrir qué es lo que nos mueve.
Además del ikigai, para tener una vida plena, longeva y llena de felicidad se tienen que seguir ciertos pasos más como dejar las preocupaciones atrás, tener buenas rutinas, cultivar las amistades cada día, vivir sin prisas y ser optimistas. Celebrar las pequeñas cosas hace que los días no sean monótonos y permiten revalorar lo importante. No tomarse en serio, reírse de uno mismo y de los errores que se cometen, endulzan la existencia. Y comer sanamente, llenando el estómago solamente al 80% en cada ingesta, y consumiendo productos poco procesados, sin tantos azúcares refinados y sales, no sólo mejora la salud, sino que promueve a tener un mejor estado de ánimo.
Para tener una vida feliz y larga no hay que ir a Ogimi a plantar mangos o té. La felicidad se puede cosechar todos los días con estos consejos que además mejoran la calidad de vida. Hay veces que el trabajo de oficina nos nubla la visión y nos hace fantasear con dejarlo todo para tener una vida sencilla, pero eso no es necesario. El trabajo siempre es disfrutable mientras entre dentro de una rutina saludable y permita cultivar las relaciones y pasiones alrededor.
Los libros de Héctor García y de Francesc Miralles permiten descubrir las oportunidades de felicidad en situaciones comunes y palpables. El cambio sucederá después de hacer un examen de conciencia y tomar decisiones para bien: la vida será más ligera, las presiones menguaran, y hasta se podrá crear la posibilidad de vivir más de una centena de años con buena salud.