Según la Real Academia de la Lengua Española, alguien ortodoxo puede relacionarse con la rectitud de los dogmas de una religión, de un sistema político, de una filosofía o con prácticas habituales de la vida misma. Aunque pareciera que la ortodoxia es estricta y cuadrada, para Chesterton, esta característica es vital para tener completa libertad y poder encontrar la felicidad.
Gilbert Keith Chesterton (1874-1936) fue un personaje curioso. Nacido en Londres durante el Imperio Británico, se le conoce por su labor periodística, ensayística y poética, por sus paradojas, y por lo asertivo de la psique del Padre Brown, un sacerdote que era, además, detective. En sus textos permea con suma transparencia su sentir hacia la vida y la evolución de su filosofía en la fe, pasando del agnosticismo, al anglicanismo, para convertirse en católico.
Ortodoxia, ensayo publicado en 1908, es una apologética cristiana donde el autor narra precisamente cómo adoptó la fe. Su texto no busca predicar ni evangelizar, sino transmitir la historia de un hombre lleno de ternura, humanidad y asombro encontrando en la religión el sentido de su vida. Para Chesterton, la ortodoxia no busca institucionalizar una fe, juzgando lo correcto de lo incorrecto, buscando pecadores y haciendo inasequible la salvación. Al contrario, quiere compartir su experiencia en que siendo ortodoxo encontró una auténtica felicidad y creatividad.
Muchas veces, el ser humano no quiere salir de su zona de confort para mantenerse en la comodidad física, racional y emocional. Da miedo no encontrar respuestas, no ser capaz de comprender todos los misterios del universo, intentar algo y fallar. Pero dando un pequeño paso, con ortodoxia, empieza la acción, el cambio y la oportunidad de conocer la verdad, la belleza y el sentido de las cosas.
La razón es una herramienta para conocer el mundo, pero no es la única. El arte, la imaginación, el misticismo y el asombro son otras herramientas necesarias para disfrutar lo que nos rodea. Ver la vida solamente a través de las lentes de la razón causa ceguera emocional y regresa a la zona de comodidad, pero no cesa el caos y la dispersión. “La razón es, en sí misma, una cuestión de fe, pues afirmar que nuestros pensamientos guardan relación con la realidad no deja de ser un acto de fe”.
Muestra de esto son los cuentos de hadas. Son lugares absurdos y sorprendentes a la vez, ya que alojan peligros letales desde dragones inmensos o agujas envenenadas, y son hogar de criaturas extraordinarias y de personas comunes y corrientes. Pero, es bien sabido, que sin emoción y sin el paso de la ortodoxia, no habría desarrollo ni desenlace en las historias, y mucho menos aprendizaje o asombro. Y para Chesterton, la vida es parecida a un cuento de hadas, donde nosotros somos quienes elegimos los colores y trazos del lienzo.
Existen pequeños actos mágicos, donde un libro llega a uno en el momento indicado. Ortodoxia llegó a mí gracias a una amiga muy querida. En una época donde todo sembraba gris y monótono, entendí que la aventura, la creatividad y el asombro también deben encontrarse y ejercerse en la normalidad y en el orden. Cuando leí “Dios crea cada margarita separadamente, pero nunca se cansa de crearlas. Puede ser que Él tenga el apetito eterno de la infancia. Porque nosotros hemos pecado y envejecemos, pero nuestro Padre es más joven que nosotros” comprendí que la felicidad no llega cual caballero andante a la torre de la princesa, ésta se construye, día a día, durante la tormenta y la calma, porque nuestras historias no terminan al tener un éxito o al vencer a nuestros monstruos.