28 de marzo de 2024 5:12 am
OPINIÓN

La gentrificación y el uso de suelo

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Rodrigo Saval Pasquel

En palabras de Van Weesep (1994), la gentrificación es un concepto caótico. Durante varias décadas, diferentes miembros del sector académico han aportado varias ideas sobre este término, resultado de una mezcla entre las ciencias sociales y el urbanismo. Sin embargo, la primera en acuñar el término fue Ruth Glass en la década de los 60s. Ella creó la palabra para explicar los efectos socio-económicos que causaba la clase media-alta inglesa, coloquialmente apodada “gentry”, al adquirir “casas de campo” en la ciudad, y específicamente en zonas obreras, cuando irónicamente, residían de manera original en grandes mansiones ubicadas en zonas rurales.

Lo anterior encarecía el precio de las viviendas, y consecuentemente, los pecios de bienes y servicios disponibles en barrios tradicionalmente obreros, causando el desplazamiento de los residentes originales a zonas con peores servicios, o a las periferias de las ciudades. Sin embargo, ellos mantenían sus trabajos dentro de las ciudades, por lo que en general, la vida se volvía menos sencilla para esta clase social.

Si bien este fenómeno fue estudiado por primera vez en la década de los 60s, la creciente migración hacia centros urbanos ha acelerado su investigación y análisis, pero también ha agravado la situación de millones de habitantes de centros urbanos en todo el mundo, y la Ciudad de México no es la excepción.

Algunas personas podrían argumentar que esta situación puede ser benéfica para las poblaciones de zonas gentrificadas, ya que el incremento en los precios de sus viviendas aumentaría su patrimonio de manera significativa. Y así lo fue para muchas personas, sin embargo, no todas han corrido con la misma suerte.

Como en varios casos que ocurren en la Ciudad de México, los residentes son arrendatarios y la renta sube lo suficiente para obligarlos a mudarse. A los que son propietarios, el aumento del costo del predial, el agua, la luz, costo de servicios, sumado a la corrupción de las autoridades, vuelve a la zona un lugar insostenible para vivir ahí.

Hace algunos días, en su tercer informe, Claudia Sheinbaum celebraba “el fin del cártel inmobiliario”. Sin embargo, yo me atrevo a decir que nunca antes había estado tan activo. Durante el último año, he tenido la oportunidad de escuchar historias de terror que me ayudaron a entender el modus operandi de ciertos personajes, quienes independientemente del partido político, han abusado de su autoridad y del fenómeno de la gentrificación para hacerse millonarios con negocios inmobiliarios.

¿Cómo operan? Muy sencillo. Al no pagarse servicios, o multas en el caso de establecimientos, la alcaldía o el gobierno de la Ciudad apropiaba el predio. Generalmente estas propiedades pertenecían a familias que llevaban generaciones viviendo o atendiendo un negocio en el mismo lugar. Durante la pandemia se facilitó la expropiación de predios, ya que con las exigencias sanitarias impuestas por las autoridades, se volvía más fácil multar o clausurar locales.

¿Por qué no los vendieron antes? Porque las personas no tenían intención alguna de vender su legado familiar, además de que las penalidades y atrasos acumularon deudas que para ser finiquitadas, los propietarios se veían obligados a vender las propiedades por cantidades injustas, o a cederlas a la autoridad para saldar los adeudos.

Paso siguiente, las autoridades en colusión con socios externos, cambiaban el uso de suelo modificando el predio para construir edificios, vendían el terreno expropiado por debajo del precio de mercado, y se asociaban con desarrolladores de su elección para construir torres de departamentos u oficinas.

En conclusión, puede que la gentrificación sea una situación inherente al actual sistema económico. No obstante, la corrupción que reina en la Ciudad, y aquellas personas que siguen fomentado este ciclo, han ayudado a acelerar el proceso.

Al día de hoy, las construcciones van viento en popa, las autoridades siguen en colusión, y las y los vecinos, desesperados por la apatía de los gobernantes, insisten en su lucha para poder mantener sus hogares.

Referencias: Van Weesep, J (1994). Gentrification as a research frontier. Progress in Human Geography 18(1): 74 – 83.

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