29 de marzo de 2024 5:17 am
OPINIÓN

¿Somos rehenes de la tecnología?

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Carlos Chávez Paz

Estimado Lector, ¿Qué tal le fue el día lunes 4 de octubre? ¿Cómo se sintió? ¿Tranquilo? ¿Incomunicado? Se lo pregunto por qué si es de las pocas personas que no se dio cuenta, las redes sociales como Facebook, WhatsApp e Instagram, estuvieron fuera de servicio por casi 7 horas.

Este “apagón” se debió, como ellos dicen, a un error técnico en sus centros de datos que los desconecto de la red perdiendo con ello, el acceso a los equipos para corregir el problema. Obviamente, desde hace ya mucho tiempo el trabajo con los servidores en estos sitios se hace de manera remota (algo así como trabajar en Home Office) y bajo muchas medidas de seguridad tanto físicas como lógicas, pero no solo eso, muchos de estos sitios se encuentran en zonas muy alejadas de las ciudades. Para poder recuperar el acceso a estos centros de datos, fue necesario despachar a los técnicos y luchar contra sus propias medidas de seguridad, para poder tener de nuevo acceso a los servidores y estar de nuevo en línea.

Pero, más que tratar de explicar a que se debió el error o quien fue el culpable o cuánto dinero perdió nuestro amigo Zuckerberg, hay que tomar en cuenta la integración de estas aplicaciones a nuestra vida diaria y la importancia que tienen.

En una plática que tuve durante una clase, yo decía que había tenido un día muy productivo ya que pude realizar mis actividades tranquilamente y que no había tenido interrupciones, sin embargo, una de mis compañeras menciono: “ Tú por que no tiene hijos pequeños, pero las mamás que estábamos esperando el autobús de los niños, estábamos desesperadas porque no teníamos noticias de dónde venían, si estaban bien”, alguien más me menciono, “Todas nuestras actividades están en un grupo de WhatsApp, ahí nos comunicamos para saber si ya conseguimos un cliente, o tenemos que hacer un envió,  o simplemente para darle seguimiento a un pedido que va en camino”.  

Estamos entonces ante un gran problema, es cierto la tecnología nos ha permitido generar muchas nuevas maneras de comunicarnos, de compartir información, de hacer negocios, de divertirnos, de informarnos, pero también ha generado una gran dependencia hacia ella. Le hago una simple pregunta, ¿Cuántos números telefónicos recuerda con claridad? Si la cuenta dice más de 10 ¡Lo felicito! En caso contrario, es de mi equipo, yo hice el mismo ejercicio y no llegue a ese número. Eso no significa que estemos mal, es que tenemos una gran dependencia de la tecnología. Por ejemplo, ¿Hace cuánto que no imprime una fotografía? Pero, ¿Cuántas tiene en su galería del teléfono móvil? ¿Cuántas en su Instagram o Facebook? ¿Cuántos de nuestros recuerdos se pueden llegar a perder si en vez de una caída de 7 horas es un problema mayor? O bien, como paso el 30 de septiembre con el vencimiento de un certificado que evita que, ciertos dispositivos no tengan más conectividad con Internet, generando con esto una obsolescencia real de computadoras, teléfonos y tabletas.

Tampoco trato de que evitemos todo lo tecnológico y regresemos a la época de las cavernas, es cierto, hay que aprovechar las bondades que brinda, porque gracias a ella, se han tenido grandes avances en la medicina, en las telecomunicaciones, etc. En lo personal creo que si hay que darnos un pequeño respiro de ella.

Por ejemplo, en los teléfonos Android hay una opción que nos permite crear un perfil de trabajo, que nos permite agregar las aplicaciones que normalmente usamos día a día y que nos ayudan a nuestras labores diarias. Pues bien, en el momento que usted lo desee, puede apagar estas aplicaciones y dejar de recibir notificaciones hasta que usted las active de nuevo. No es mucho, pero por algo podemos empezar.

Tengo la certeza que, durante los próximos años, seguirá creciendo esta necesidad de consumir más y más tecnología, pero está en nosotros, estimado lector, darnos un respiro de ella.

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