Hace unos días se proclamó como voluntario el uso de la mascarilla en espacios abiertos, la primer interrogante que surge es: ¿cuando fue obligatorio?
Desde el inicio de la emergencia sanitaria, el uso de cubrebocas por parte de las autoridades fue muy ambiguo, de inicio se minimizó su utilidad incluso se insistió en no utilizarlo.
Conforme se fueron viendo los casos y sobre todo las muertes asociadas el virus (aparentemente no se tomó la literatura que surgía al respecto ni la opinión de instituciones de salud a nivel mundial), se noto un uso mayor por parte de las autoridades mexicanas sin proclamarse a favor o incentivar portarlo.
El uso del mismo fue volviéndose generalizado por el miedo a enfermar y morir o por la presión social que en su momento hizo mal visto el no traerlo y exponer a los demás.
Como todo lo referente a salud en México, la responsabilidad recayó en el paciente, en el mismo que acude a consulta con su refresco en mano y glucosas elevadísimas a reclamar que el tratamiento no le funciona, el mismo que tiene problemas en pulmón pero apaga su cigarro al entrar a la clínica y solo porque fueron declarados espacios libres de humo.
En este momento, en que no existe una directriz, cada quien evalúa (con conocimiento o sin él), la posibilidad de contagio en determinados escenarios, llegando a casos donde las personas se conforman e incluso buscan el contagio por la inmunidad que pudieran producir.
Y de repente, ¡se declara voluntario el cubrebocas! ¿Voluntario? Jamás se hizo la difusión del uso correcto en medios masivos, ni del retiro ni del desecho, todo fue llegando por medios no oficiales, por chats, rumores, etc.
Mucho menos se dio a conocer las especificaciones en cuanto a materiales y medidas.
La posibilidad de una nueva mutación más letal y contagiosa existe, esta latente y aún no contamos con un tratamiento específico para la enfermedad, el cubrebocas debe permanecer en interiores hasta q contemos con una cura.
La salud de los mexicanos vuelve a estar sus manos y si vemos los antecedentes con enfermedades como diabetes e hipertensión (con los altos índices que tenemos) el panorama Covid no pinta muy alentador.