Por Jorge Molina Larrondo
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A partir del anuncio de su candidatura a la presidencia de Estados Unidos el 16 de junio del 2015, Donald Trump definió a México como un enemigo de ese país y a los mexicanos como personas a las que se debe expulsar de territorio estadounidense. Desde entonces, y sobre todo este año, los ataques de legisladores y gobernadores republicanos en contra de nuestro país han ido en aumento, argumentando que el gobierno mexicano no hace lo necesario para detener los envíos de diversas drogas, en especial de fentanilo, el que se estima es responsable de la muerte de unas 90,000 personas en lo que va del año en aquella nación.
Las quejas en contra de México van más allá de temas migratorios. La política de “abrazos y no balazos” del gobierno ha servido para exacerbar las quejas republicanas, al grado de que Trump y la mayoría de los precandidatos de ese partido se han declarado en favor de una intervención militar en suelo mexicano o de lanzar un ataque con misiles para destruir las instalaciones donde se procesa el fentanilo y capturar a los jefes de los principales cárteles de la droga. A pesar de que dichas medidas van en contra del derecho internacional, en una encuesta reciente de Reuters, el 52% de los entrevistados se declaró a favor y 26% en contra, aunque el 64% de quienes se definieron como republicanos están a favor.
A la demanda de construir un muro en la frontera, que inicialmente Trump presupuestó en 8,000 millones de dólares, se han agregado otras para enfrentar lo que los republicanos definen como una invasión de drogas mexicanas. Para ello, los republicanos solicitaron el mayor incremento en la historia del presupuesto federal de Estados Unidos para asuntos fronterizos y atender lo que llaman una crisis que Biden no ha sido capaz de controlar. El Congreso de Estados Unidos deberá aprobar el presupuesto 2024 a más tardar el 17 de noviembre, donde el monto del presupuesto fronterizo es un tema central.
Cabe destacar que los ataques en contra de México provienen del ala más radical del partido republicano, la que controla Trump y cuyos legisladores fueron electos en su mayoría el año pasado con su apoyo. En este grupo se encuentran los representantes Matt Gaetz (Florida), Marjorie Taylor Green (Georgia) y Dan Crenshaw (Texas) que han presentado propuestas de ley para justificar el uso de la fuerza militar en territorio mexicano, el que Canadá restrinja la entrada de mexicanos a territorio canadiense para evitar que crucen a territorio de Estados Unidos y que se declare a los carteles de la droga como organizaciones terroristas para justificar el envío de comandos a territorio mexicano, respectivamente. Ninguna de estas tres iniciativas está lista para consideración del pleno de la Cámara de Representantes.
Por otra parte, la declaración en abril de Brian Nichols, Subsecretario para el Hemisferio Occidental del Departamento de Estado, de que una cuarta parte del territorio mexicano está controlado por los carteles de narcotraficantes, vino a apoyar las quejas republicanas. Y a estas tenemos que agregar las medidas tomadas unilateralmente por el gobernador Greg Abbott, para dificultar el ingreso de camiones con productos mexicanos en territorio texano.
El inicio de las elecciones primarias, a finales de febrero, promoverán nuevas críticas en contra de México, sobre todo cuando el próximo año los 435 miembros de la Cámara de Representantes y 34 de los 100 senadores también enfrentarán la reelección. México necesita en estos meses generar una plataforma en Washington con legisladores demócratas y republicanos moderados que hable en favor de lo que está haciendo y contrarrestar los ataques republicanos, como lo hizo en los 90s. Además, que funcionarios del gabinete se entrevisten con mayor frecuencia con legisladores de ambos partidos en Washington y preparar la transición hacia el 2024. De lo contrario, seguiremos siendo la piñata de una fiesta de la que los republicanos parece que serán los ganadores.
