El viejo mito griego cuenta que cuando Pandora abrió la caja que contenía todos los males de la humanidad, hubo un solo espíritu que no logró escapar. Elpis, la esperanza. De ahí nace la famosa frase “la esperanza es lo último que muere”.
Hace casi seis años, después de una eternidad en campaña, López Obrador alcanzó la silla presidencial con la bandera de ser la esperanza de México. No es descabellado decir que decepcionó a muchos de sus votantes. Este sexenio (que también se ha sentido como una eternidad) no cumplió las expectativas que vendió Morena, pero tampoco significa que absolutamente todo lo sucedido fue malo.
Un reporte sobre seguridad en México publicado por el Instituto para la Economía y la Paz, indica que entre 2018 y 2023 aumentaron los crímenes con armas de fuego, los homicidios, los crímenes violentos, el crimen organizado y el miedo a la violencia. Sin embargo, el mismo reporte muestra que todos esos indicadores aumentaron a un ritmo menor que entre 2015 y 2018. Es decir, seguimos empeorando, pero más lento.
Para algunos, empeorar más lento es suficiente para decir que AMLO les cumplió. Para otros (me incluyo), México merece bastante más que caer lento. De cualquier manera, es un sexenio en el que la perspectiva se enfoca en un triste “nos pudo haber ido peor”.
En este contexto, aparecen tres candidatos presidenciales que a primera vista tienen poco que ofrecer en el reino de la esperanza. Toda la campaña la opinión popular ha señalado como Claudia parece solo ser un títere de López Obrador, Xóchitl no parece traer un verdadero proyecto de nación y Máynez es un niño jugando a ser importante.
Aun así, creo que en las tres candidaturas hay señales positivas, por más tenues que sean y que, conforme se acerca el 2 de junio, vale la pena tenerlas presentes.
Claudia es parte de Morena, es cierto, pero es una mujer preparada y capacitada, con bastante experiencia gobernando. No tiene porque convertirse en un proxy de AMLO. Es altamente probable que tenga que responder ante un Congreso más dividido, sin el tipo de mayorías que tuvo López Obrador. Eso va a moderar sus políticas y su discurso, suavizando la cuarta transformación.
Si bien Xóchitl tiene menos experiencia, trae a un equipo de asesores y funcionarios que le dan una estructura sumamente sólida. Se puede criticar mucho a la alianza PAN-PRI-PRD, pero si los tres partidos logran formar una agenda legislativa conjunta y congruente, pueden atender necesidades de grupos muy dispares en el país. Su proyecto de nación dependerá de las mayorías con las que lo construya.
Máynez no va a ganar y esa en sí misma es razón para tener esperanza. Su candidatura les abrirá espacios a los jóvenes en Movimiento Ciudadano y en otros partidos. Muy probablemente alcanzará el 3% que necesita para mantener su registro. Si MC efectivamente se muestra como una oposición congruente durante el próximo sexenio, 2030 puede sin duda ser un año en el que cobren los beneficios de no haberse aliado con la oposición. Tienen posibilidad de ser un contrapeso muy positivo para balancear el poder entre los partidarios de Morena y la actual oposición.
México es más que su presidente, y nuestra esperanza no tiene porqué descansar solo en quién viva en Palacio Nacional, pero creo que, independientemente de quién gane, hay razones para tener esperanza.