La tasa de inflación interanual en los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) experimentó un aumento significativo en mayo, alcanzando el 5.9% comparado con el 5.7% de abril. Este incremento representa la tasa más alta registrada en 2024, impulsada en gran medida por el aumento del 2.5% en los costos de energía, un cambio notable respecto a la disminución del 0.1% observada en abril. Esta situación refleja las continuas presiones en los precios que enfrentan las economías avanzadas, destacando el impacto directo de los costos energéticos en la inflación general.
Además, la inflación subyacente, que excluye los elementos volátiles como la energía y los alimentos frescos, se situó en un 6.1% en mayo, mostrando una ligera disminución de una décima en comparación con el mes anterior. Esto sugiere que, más allá de los efectos inmediatos de la energía y los alimentos, existe una tendencia de inflación persistente que continúa preocupando a los responsables de la política económica de la OCDE. La estabilidad del costo de los alimentos se mantuvo en un aumento anual del 4.8%, indicando que otros factores, además de la energía, contribuyen a la presión inflacionaria.
A nivel global, los países miembros de la OCDE mostraron variaciones en sus tasas de inflación, con Turquía registrando la tasa más alta con un 75.4%, seguida por Colombia con un 7.2% e Islandia con un 6.2%. Por otro lado, naciones como Costa Rica, Letonia y Lituania experimentaron las menores tasas de inflación, mostrando incluso una deflación en el caso de Costa Rica. En España, la inflación aumentó ligeramente hasta el 3.6% anual en mayo, reflejando un incremento de tres décimas respecto a abril. Estos datos subrayan la diversidad de experiencias inflacionarias dentro de la OCDE, cada una influenciada por dinámicas económicas internas y externas únicas.
