En las Olimpiadas de Paris 2024 veremos 206 equipos participar, uno de ellos creado apenas hace menos de 10 años: el equipo olímpico de refugiados. Un equipo que hizo su debut en las olimpiadas de Rio 2016 con 10 atletas de 3 distintas nacionalidades en 3 disciplinas distintas; este año serán 37 atletas de 11 distintas nacionalidades compitiendo en 12 distintas disciplinas. Para ser elegibles, ellos deben ser atletas de elite y mantener un status de refugiado dentro de su país anfitrión reconocido por ACNUR.
Su lugar dentro de los juegos y el equipo de refugiados no es un regalo o son escogidos por simpatía. Ellos son atletas en su propio derecho dentro de sus países de origen, atletas que se han visto obligados a huir por guerras, persecución o cambio climático. Ellos son la prueba que los 100 millones de personas refugiadas en el mundo hoy en día valen tanto como los demás; ellos demuestran que son personas con sueños, talentos y experiencia al igual que el resto del mundo. Imaginemos por un segundo, que un día toda tu vida colapsa, bombas comienzan a llover, la capacidad de continuar con tus sueños se desmorona frente a tus ojos; la única opción que tienes para poder seguir luchando por lo que has trabajado toda tu vida es huir y convertirte en refugiado. Este fue el caso de Yusra Mardini, quien huyo de Syria con su hermana para lograr su sueño de ser nadadora olímpica; ella en varias ocaciones ha mencionado que cuando entro el estadio en Rio 2016 su sueño se convirtió en el sueño de todos aquellos que la verían competir desde los campos de refugiados.
En mi opinion, estos atletas son la mayor prueba de resiliencia, humanidad y perseverancia que pueda existir en el mundo. Es gente que ha vivido a través de lo peor que tenemos como humanidad, se han visto obligados a huir de sus hogares con poco o nada, inclusive algunos puede que no vieran un país sin conflicto desde su nacimiento. Esta semana, Cindy Winner Djankeu Ngamba, quien salió de Cameroon con su familia a los 11 años; después de todas las adversidades que enfrento en su vida, hoy a sus 25 años de edad ha logrado conseguir la primera medalla olímpica en la historia del equipo de refugiados.
Ser refugiado no es ser un criminal, traer los problemas de los que estas huyendo, no es poner tu vida en peligro por diversion o llegar a un nuevo lugar para quitar empleos. Ser refugiado es enfrentar situaciones imposibles e inimaginables, entonces porque a los más vulnerables decidimos seguir atacándolos y hacerlos recibir tanto odio sin fundamentos. Un refugiado es como cualquier otra persona con sueños, ambiciones, esperanzas, familias y amigos; la diferencia entre ellos y nosotros es como las circunstancias de la vida nos han llevado a extremos y experiencias completamente distintas.
Nadie huye de su país por gusto, nadie decide llevar a su familia por caminos inhumanos, nadie lleva a sus hijos, a niños, por caminos peligrosos huyendo de las autoridades porque les parece divertido o por querer molestar a alguien. Ellos son personas como tu y yo. Los atletas que forman ahora parte de este equipo que poco a poco crece son una señal de perseverancia y esperanza, son una lección para todos de que si es posible lograrlo. Como a pesar de todas las adversidades que el mundo les puso frente siguieron luchando por sus sueños y lograron llegar hoy a la mayor expresión deportiva.