Corea del Sur ha logrado un asombroso nivel de reciclaje de residuos alimentarios, alcanzando el 97% de aprovechamiento de los mismos. Este éxito se debe a un sistema que combina tecnología, políticas efectivas y la participación ciudadana. Según datos de 2022, el país procesa 4.56 millones de toneladas de desperdicios de comida anualmente, de los cuales 4.44 millones se reciclan para diversos usos como alimentación animal, abono y biogás.
Este sistema, implementado desde 2013, obliga a los ciudadanos a pagar por la cantidad de desechos que generan. En zonas residenciales, las personas pueden usar bolsas autorizadas, calcomanías o incluso máquinas con tecnología de radiofrecuencia que pesan los residuos y calculan el costo automáticamente. Las multas por incumplimiento son severas, lo que ha fomentado un alto nivel de cumplimiento.
El éxito del modelo surcoreano radica en una combinación de factores: la implementación del pago por peso de residuos, fuertes campañas educativas y estrictas sanciones. Además, la conciencia social y el compromiso del gobierno con la gestión de residuos han sido cruciales para hacer del reciclaje de alimentos una parte integral de la vida diaria en el país.
Este sistema no solo reduce la cantidad de desperdicios que terminan en vertederos, sino que también minimiza el impacto ambiental al controlar la emisión de gases de efecto invernadero, como el metano, generado por la descomposición de los alimentos.