17 de octubre de 2024 5:51 pm
Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.
OPINIÓN

Improvisación, improvisación y más improvisación

"...la respuesta no puede ser seguir apostando por soluciones improvisadas. Si queremos un Poder Judicial que inspire seriedad y confianza, necesitamos mucho más que una tómbola."

Escuchar

* En colaboración con Jaime Tbeili Palti

El día sábado 12 de octubre en un proceso que parece haber sido sacado de un juego de azar, se llevó a cabo, en el Senado de la República, la asignación de los cargos para el Poder Judicial a través de una tómbola. Un acto que, en vez de inspirar confianza y rigurosidad en la selección de jueces y magistrados, ha dejado con la sensación de que estamos cayendo en un círculo vicioso de improvisación.

El uso de este método fue presentado como una solución para evitar supuestos favoritismos e influencias en los nombramientos. Ante la corrupción y la falta de transparencia en otros procesos, el azar se alzó como el gran justiciero: nada de contactos, nada de presiones, nada de manipulaciones políticas. Una tómbola que, según sus promotores de la reforma al Poder Judicial, garantizará que los cargos se asignen de manera imparcial. Pero detrás de esta decisión se esconde un problema aún mayor: la carencia de un sistema riguroso y confiable para asignar a los jueces y ministros.

Ante tan ridícula forma de selección no es para nada raro que este acto haya desatado una oleada de críticas. Desde hace años, expertos vienen exigiendo procesos más transparentes y objetivos en el sistema judicial, pero el sorteo al azar parece ser un parche improvisado que no atiende las raíces del problema. El Poder Judicial no puede ni debe funcionar bajo un criterio de suerte.

Uno de los principales argumentos en contra de esta improvisación es que el azar no es sinónimo de competencia. El hecho de que todos los nombres en la tómbola hayan cumplido con los requisitos mínimos no asegura que quienes salgan sorteados sean los más capacitados o aptos para desempeñar funciones tan delicadas. La justicia no se puede reducir a una cuestión de mera suerte, como si decidir la resolución de conflictos sociales dependiera del mismo azar que determina quién gana una bicicleta en una feria. Sin embargo, lo que más preocupa de esta situación es lo que revela sobre nuestras instituciones. Pues el uso de una tómbola es una señal de que todo lo que hace el partido oficialista es hecho de manera improvisada.

Los impulsores de la reforma al Poder Judicial aseguran que el sorteo es, de hecho, un acto de transparencia, pues según al eliminar cualquier posibilidad de interferencia humana, el azar asegura que no haya ningún tipo de injerencia ni intereses ocultos. Sin embargo, no podemos afirmar que es realmente transparente un proceso que no garantiza el mérito ni la capacidad. La transparencia no es solo cuestión de ver que hay detrás de los procesos; sino también se trata de que los procesos sean justos y den resultados de buena calidad.

No podemos improvisar cuando lo que está en juego es nuestro sistema de impartición de justicia. El azar podrá tener cabida en otras áreas, pero en la administración de justicia, confiar en la improvisación solo nos lleva a un camino de gran incertidumbre.

Ante un problema tan complejo como la reforma al Poder Judicial y la elección de sus titulares, la respuesta no puede ser seguir apostando por soluciones improvisadas. Si queremos un Poder Judicial que inspire seriedad y confianza, necesitamos mucho más que una tómbola. Necesitamos procesos adecuados, responsables y fundamentados en la profesionalización y el mérito de los candidatos. Porque, al final del día, la improvisación no es el camino hacia la justicia.

Compartir en:

Twitter
Facebook
LinkedIn
Telegram
WhatsApp
Email

Más Columnas de opinión

Noticias de interés

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Opinión

El Comentario del Día TV

Noticias nacionales e Internacionales