El vacío de poder dejado por la caída del régimen de Bashar al Assad en Siria ha desatado una nueva fase de tensiones políticas y militares. Tras más de 13 años de guerra civil, los distintos grupos rebeldes que lucharon para derrocarlo ahora deben enfrentar la difícil tarea de formar un gobierno transitorio en un país profundamente dividido.
Tres coaliciones principales dominan actualmente extensas regiones del territorio sirio: Hayat Tahrir al Sham (HTS), el Ejército Nacional Sirio (ENS) y las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS). Sin embargo, sus diferencias ideológicas y el respaldo de diversos actores internacionales auguran una transición compleja. A esto se suman pequeños grupos locales y remanentes del Estado Islámico, que mantienen zonas de influencia en áreas clave.
HTS, liderado por Ahmed al Sharaa, conocido como Abu Mohammed al Julani, ha establecido un gobierno provisional tras capturar Damasco y gran parte del noroeste del país. Por su parte, las FDS, una coalición kurdo-árabe respaldada por Estados Unidos, controla vastas áreas del noreste y sigue enfrentándose a desafíos tanto de grupos yihadistas como de Turquía. Mientras tanto, el ENS, apoyado por Ankara, lucha por expandir su control en el norte de Siria.
Con un saldo de más de medio millón de muertos, la guerra civil ha dejado a Siria como un tablero de disputas internacionales y locales. La formación de un gobierno estable será clave para evitar que el país se convierta en un foco permanente de conflicto.