El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca ha desatado una serie de políticas proteccionistas, con una oleada de aranceles que, si bien apuntaban a beneficiar a la industria estadounidense, están comenzando a causar tensiones dentro del propio país. Las industrias como la automotriz, agrícola y manufacturera ya comienzan a sentir los efectos negativos, mientras que las empresas se alzan contra estas medidas.
Desde que Trump asumió nuevamente la presidencia el 20 de enero, los aranceles han generado un impacto económico inmediato. Un claro ejemplo fue el despido de 900 trabajadores de Stellantis en EE. UU., causado por las nuevas tarifas sobre los vehículos importados, lo que afectó las operaciones de las plantas proveedoras de autopartes en México y Canadá. Este tipo de disrupciones en las cadenas de suministro evidencian la interconexión económica entre los tres países, lo que hace que cualquier intento de reconfigurar estas cadenas sea costoso tanto económica como políticamente.
Kenneth Smith, exjefe de la negociación técnica del T-MEC, advirtió sobre los efectos rápidos y negativos que las políticas arancelarias de Trump están teniendo sobre Estados Unidos, mencionando que las voces del sector manufacturero, agrícola y agropecuario estadounidense podrían convertirse en una herramienta crucial para presionar contra estas medidas proteccionistas.
Las empresas que operan en México, como los fabricantes de autopartes, están viendo cómo sus costos aumentan debido a los aranceles, lo que afecta también a los consumidores y empleos en EE. UU. Además, la inversión extranjera directa en el sector de autopartes de México ha sido considerable, lo que hace aún más difícil desvincular las cadenas de suministro en América del Norte.
Para México y Canadá, las quejas que empiezan a surgir dentro del empresariado estadounidense podrían convertirse en su mejor arma para ejercer presión sobre la administración de Trump. La creciente presión desde el sector privado estadounidense podría llevar a una reconsideración de las tarifas, lo que abriría una ventana de oportunidad para negociar y reequilibrar la relación comercial a favor de los países vecinos de EE. UU.
Claudia Ávila Conelly, experta en atracción de inversión extranjera, señala que las nuevas políticas no solo afectan el comercio, sino que están replanteando el papel histórico de Estados Unidos en la economía global. Sin embargo, los expertos coinciden en que esta situación no perdurará mucho tiempo, ya que la necesidad de la economía estadounidense de estar interconectada con las economías mexicana y canadiense es vital.
En este escenario, México y Canadá podrían aprovechar el descontento dentro de las empresas estadounidenses para suavizar la política arancelaria y obtener mejores condiciones en sus relaciones comerciales con EE. UU.