México cumplirá con su compromiso internacional de entregar agua a Estados Unidos, tras llegar a un acuerdo el pasado lunes 28 de abril. La decisión fue tomada luego de semanas de presiones por parte del gobierno estadounidense, encabezado por Donald Trump, quien incluso amenazó con imponer sanciones o nuevos aranceles si no se saldaba la deuda hídrica estipulada en el tratado bilateral de 1944.
El tratado establece el intercambio de agua entre ambos países: México entrega agua del Río Bravo a Texas, mientras Estados Unidos cede agua del Río Colorado a territorio mexicano. Aunque el convenio permite que en ciertos ciclos de cinco años se acumulen adeudos, el cumplimiento es obligatorio al cierre de cada ciclo. Este acuerdo busca precisamente regularizar el suministro antes del próximo cierre en octubre.
La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, confirmó que el gobierno estadounidense aceptó una propuesta que garantiza la entrega del agua pendiente a través de las presas internacionales La Amistad y Falcón, así como mediante seis afluentes del Río Bravo. No obstante, Sheinbaum subrayó que se mantendrá la prioridad en el abasto interno para las comunidades mexicanas, que enfrentan ya una dura sequía en el norte del país.
Los estados que sufrirán un mayor impacto en el suministro hídrico son Coahuila, Tamaulipas y Chihuahua, cuyas presas y ríos serán utilizados para cumplir con el tratado. Entre los afluentes implicados se encuentra el Río Conchos, vital para la agricultura en Chihuahua y Durango, así como otros ríos y arroyos ubicados en zonas estratégicas de Coahuila y Tamaulipas.
Expertos y autoridades locales advierten sobre la presión adicional que esta entrega de agua podría significar para regiones que ya enfrentan estrés hídrico. A pesar de ello, se considera una medida necesaria para evitar represalias comerciales por parte de Estados Unidos y preservar la relación bilateral en materia de recursos compartidos.