En un acto cargado de simbolismo, el rey Carlos III respaldó firmemente la soberanía canadiense en su visita oficial a Ottawa, justo cuando el expresidente Donald Trump reitera su intención de anexar Canadá como el “estado 51” de Estados Unidos. Durante su discurso ante el Parlamento, el monarca, acompañado por la reina Camila, elogió los valores fundamentales del país como la libertad, el pluralismo y el Estado de derecho, destacando que estos principios seguirán siendo protegidos por su pueblo y gobierno.
El “discurso del trono”, pronunciado por primera vez en casi 50 años por un soberano, fue preparado por la oficina del primer ministro Mark Carney, quien extendió la invitación oficial. Carlos III, visiblemente conmovido, citó el himno nacional canadiense y subrayó que el país atraviesa un momento crucial que podría abrir puertas a nuevas alianzas y un modelo económico renovado. Aunque por protocolo debe mantenerse neutral, sus palabras fueron interpretadas como un respaldo indirecto frente a las presiones políticas externas.
El acto tuvo lugar en una estación de tren convertida temporalmente en sede del Senado. El rey arribó en un carruaje tirado por caballos de la Real Policía Montada y fue recibido con una salva de cañonazos y miles de personas que ondeaban banderas canadienses y británicas. Muchos asistentes, como la ciudadana Kirsten Hanson, celebraron la postura del monarca, viendo su visita como un gesto claro de defensa ante los comentarios de Trump.
Expertos políticos como Felix Mathieu subrayaron la rareza de que un rey pronuncie este tipo de discursos en Canadá, algo que sólo ocurrió dos veces en el largo reinado de Isabel II. Para los ciudadanos presentes, como Shrikant Mogulala y Tom Fleming, la presencia de Carlos III fue un mensaje contundente a Trump: Canadá no está en venta y su soberanía no es negociable.