En una visita organizada por la embajada de Israel en México, periodistas conocieron la otra cara de este país: un líder global en tecnología, manejo eficiente del agua y avances en salud. A 600 días del ataque de Hamas que dejó 1,200 muertos, Israel reconoce la derrota en la guerra mediática, pero apuesta a su fortaleza innovadora para superar el aislamiento.
Israel ha convertido la escasez de recursos, como el agua, en una oportunidad. La planta de desalinización Sorek y la planta de reciclaje de aguas residuales Shafdan son ejemplos de éxito, reciclando el 90% del agua usada para agricultura, algo vital en un país donde más del 60% del territorio es desértico.
En la Universidad Ben Gurión, se trabaja en tecnologías para zonas áridas, agricultura sostenible e inteligencia artificial aplicada a recursos naturales. El hospital Sheba Global es un referente mundial que integra telemedicina y robots para rehabilitación.
La innovación es también un eje de la diplomacia israelí. Startups, investigadores y desarrolladores se convierten en embajadores de soluciones en ciberseguridad, educación, agricultura y salud. Mois Navon, pionero en tecnología de conducción autónoma y asesor en inteligencia artificial, representa este impulso.
Israel busca evolucionar de ser una «Startup Nation» a una «Scale-Up Nation», enfrentando retos como la formación de talento en STEM, incentivos fiscales y la integración de IA en el gobierno. El sector tecnológico aporta un cuarto del PIB y genera la mayoría de las exportaciones.
Desde su independencia, Israel ha desarrollado una economía abierta, con educación equitativa y una cultura emprendedora. Muchas innovaciones, inicialmente para uso militar, han encontrado aplicaciones civiles globales, como la memoria USB y el sistema Waze.
Como única nación no islámica en una región mayoritariamente musulmana, Israel ha basado su supervivencia en la autosuficiencia tecnológica y la seguridad. En lugar de solo luchar por la narrativa política, el país muestra sus éxitos en agua, salud y tecnología para ganar reconocimiento.
Frente a desafíos diplomáticos y conflictos, Israel apuesta por ser útil y escuchado globalmente. En un mundo con escasez de agua y amenazas ambientales, sus innovaciones adquieren un valor estratégico y urgente.