Las ventas minoristas en Estados Unidos experimentaron una caída mensual del 0.9% en mayo, un retroceso mayor al 0.6% proyectado por el mercado y al 0.1% registrado en abril, según el Departamento de Comercio (DoC). Esta contracción se atribuye principalmente al menor gasto de los consumidores, influenciado por la creciente incertidumbre sobre la dirección de la economía del país y una notable disminución en las ventas de gasolina. A pesar de este descenso mensual, el indicador mostró un avance del 3.3% en su comparativa anual.
Esta disminución en el gasto de los consumidores ocurre en un momento de nerviosismo en el mercado, marcado por la imposición de aranceles y las tensiones geopolíticas. El sector automotriz fue uno de los más afectados en mayo; excluyendo las ventas de automóviles, la caída general se reduce a un 0.3%, aunque sigue siendo negativa. Heather Long, economista jefe de Navy Federal Credit Union, comentó que las familias están cautelosas con sus gastos y son más selectivas, ya que muchos estadounidenses adelantaron sus compras de autos en marzo, antes de la entrada en vigor de los aranceles.
Paradójicamente, la encuesta de confianza del consumidor en mayo había mostrado una mejora respecto a los niveles de meses anteriores, un repunte que se vinculó directamente con la flexibilización del presidente Donald Trump en la imposición de aranceles a sus socios comerciales. La decisión del mandatario de otorgar un plazo de 90 días para aplicar estos gravámenes inyectó cierto optimismo tanto en consumidores como en empresas.
Sin embargo, esta inyección de optimismo no fue suficiente para impulsar las ventas minoristas. Aunque la exclusión de rubros como automóviles, materiales de construcción y gasolinas eleva el indicador conocido como «grupo de control» (utilizado para calcular el Producto Interno Bruto) en un 0.4%, la tendencia general apunta a una cautela persistente por parte de los hogares estadounidenses. Esto sugiere que, a pesar de las señales mixtas, la preocupación por los precios más altos y la dirección económica general sigue pesando en las decisiones de gasto de los consumidores.
