La revisión del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), programada para julio de 2026, ha emergido como una de las principales fuentes de incertidumbre económica para México. Analistas financieros y expertos en comercio coinciden en que este proceso podría generar meses de alta volatilidad, probando la fortaleza del país ante las presiones externas.
Uno de los mayores riesgos es la inflación importada. Ante la posibilidad de una renegociación o la imposición de nuevos aranceles, el precio de los bienes importados desde Estados Unidos, el principal socio comercial de México, podría encarecerse. Este aumento de costos se trasladaría directamente a los consumidores, afectando el poder adquisitivo de los hogares y poniendo a prueba la política monetaria del Banco de México.
Además del impacto en los precios, se prevé que la incertidumbre comercial afecte directamente el empleo. Las empresas, en especial aquellas del sector manufacturero y exportador, podrían posponer sus planes de inversión y contratación ante el riesgo de una interrupción en las cadenas de suministro. Este escenario amenaza con frenar la creación de empleo y afectar la estabilidad laboral en el país.
La nueva administración en México se enfrenta a un desafío diplomático y económico de gran envergadura. El proceso de revisión del T-MEC no es meramente técnico, sino un evento de alto contenido político que pondrá a prueba la capacidad del país para navegar por las aguas turbulentas de la geopolítica y proteger su economía de las amenazas externas.



