La economía mexicana está creciendo cada vez menos, lo cual es preocupante por todo lo que depende de ese crecimiento. El crecimiento económico se mide por el comportamiento de la producción de bienes y servicios, que está relacionado con la creación de empleos —porque para producir alguien tiene que trabajar— y con la generación de ingresos —porque a quien trabaja se le paga—.
Empleos e ingresos son dos condiciones indispensables para elevar el bienestar de las personas.
Los datos
La economía mexicana está creciendo cada vez menos y a las pruebas me remito:
- En el primer trimestre de 2023, la producción de bienes y servicios en el país creció 3.9%.
- En el primer trimestre de 2024, el crecimiento fue solamente de 1.8%.
- En el primer trimestre de 2025, el crecimiento se redujo todavía más, a 0.6%.
Es decir, pasamos de 3.9% en 2023, a 1.8% en 2024, y a 0.6% en 2025.
Lo que se necesita
¿Qué se requiere para que la economía crezca más? Que los empresarios, nacionales y extranjeros, decidan invertir más directamente en el país.
La inversión directa es la que se destina a producir bienes y servicios, a crear empleos y a generar ingresos; en otras palabras, a contribuir al bienestar de las personas.
¿Y qué se requiere para que los empresarios inviertan más?
Entre otras cosas, una reforma tributaria que logre —aunque parezca contradictorio— dos objetivos:
- Que se cobren menos impuestos.
- Que el gobierno recaude al menos lo mismo.
El engendro tributario actual
En 2024, a nivel federal, se cobraron 15 impuestos distintos, si se consideran por separado cada uno de los Impuestos Especiales sobre Producción y Servicios (IEPS).
Con esos 15 impuestos, la recaudación federal fue de alrededor de 5 millones de millones de pesos.
¿Qué hubiera pasado si, en lugar de esos 15 impuestos, se hubiera aplicado un solo impuesto, homogéneo, con la misma tasa en todos los casos, universal, sin excepciones ni de objeto ni de sujeto gravable, aplicado a la compra de todos los bienes y servicios?
Con una tasa de 11.13%, se habría recaudado exactamente lo mismo que con los 15 impuestos actuales.
Esto muestra el engendro tributario que padecemos en México, un sistema que se ha ido deformando a lo largo de las décadas con base en una idea muy peculiar:
“¿Por qué hacer las cosas fáciles si se pueden hacer difíciles?”
Una alternativa para la competitividad
Si, en lugar de 15 impuestos distintos, existiera un solo impuesto universal del 11.13% a la compra de bienes y servicios, México sería mucho más atractivo para los inversionistas que buscan producir, generar empleos e ingresos.
Ojo: no se trata de un IVA. No es un impuesto al valor agregado, sino un impuesto único a la compra de bienes y servicios.
Este tipo de reforma tributaria es la que se necesita para elevar la competitividad de México, es decir, su capacidad para atraer, retener y multiplicar inversiones directas, de las cuales dependen la producción, el empleo y el ingreso.
La gran pregunta
Yo me pregunto:
¿Quién en México está dispuesto a discutir una reforma tributaria de este tipo?
Un impuesto único, homogéneo y universal, con la misma tasa en todos los casos, aplicado a la compra de bienes y servicios, ni uno más.
Repito el dato: si en 2024, en lugar de los 15 impuestos distintos que se cobraron, se hubiera aplicado este impuesto único del 11.13%, se habría recaudado exactamente lo mismo.
Ese engendro tributario que padecemos debería, simple y sencillamente, ser desechado.
La pregunta sigue en pie:
¿quién está dispuesto a discutir una reforma tributaria en estos términos?