La economía de Canadá ha entrado en recesión técnica, al registrar una contracción del 1.6% en el segundo trimestre de 2025. Este declive, el más abrupto desde la pandemia, se atribuye directamente a las tensiones comerciales con Estados Unidos y a los aranceles impuestos por su gobierno. El impacto se refleja en una caída sin precedentes del 27% en las exportaciones canadienses hacia su principal socio comercial.
La guerra arancelaria no es un problema abstracto; está afectando a industrias específicas con efectos dominó en toda la economía. El sector automotriz y el del aluminio, que son pilares de la producción canadiense, han sido golpeados de lleno por las tarifas, lo que ha generado una interrupción en las complejas cadenas de suministro y ha contraído la inversión empresarial. La drástica caída en el comercio transfronterizo ha provocado un debilitamiento del dólar canadiense, lo que ha generado una presión adicional para el Banco de Canadá para que baje las tasas de interés y estimule la economía.
La situación actual subraya la vulnerabilidad económica de Canadá, que depende en gran medida de sus exportaciones a Estados Unidos. La recesión pone de relieve la necesidad de una estrategia para negociar con su vecino del sur. El futuro de la economía canadiense dependerá de la capacidad de su gobierno para mitigar los efectos de una política comercial que busca dañar sus exportaciones, lo que plantea un difícil desafío político y económico.
