La economía de Estados Unidos enfrenta un grave riesgo de caer en un círculo de destrucción. Este fenómeno, que según analistas ya ha comenzado a manifestarse, se caracteriza por una serie de bancarrotas empresariales, en particular de las pequeñas y medianas empresas, lo que lleva a un aumento de los despidos. La situación se agrava por el endurecimiento de las condiciones crediticias de los bancos, que reducen la disponibilidad de préstamos. Esto asfixia a las empresas que necesitan financiamiento para sobrevivir y crecer.
La Reserva Federal se encuentra en una encrucijada, ya que su política monetaria para combatir la inflación ha provocado el aumento de las tasas de interés, lo que hace el crédito más caro. Esto ha exacerbado las dificultades de las empresas, que ya sufren por el alza de los costos de la energía y los problemas en las cadenas de suministro. El dilema de la Fed es que si relaja su política para detener la recesión, podría desatar una nueva ola inflacionaria. Si la mantiene, podría acelerar el ciclo de quiebras y desempleo.
Este escenario es un recordatorio de los desafíos que enfrenta la política económica en un entorno de incertidumbre. La economía de Estados Unidos, que se ha mostrado resiliente en los últimos años, es ahora vulnerable a una serie de choques que podrían tener consecuencias a largo plazo. La situación no es solo un problema de números, sino una prueba para el gobierno y los bancos sobre su capacidad para prevenir una crisis.