En la cumbre de los BRICS, el presidente de China, Xi Jinping, denunció las guerras comerciales y arancelarias como una amenaza para la economía global. Su crítica, respaldada por líderes como el presidente de Brasil, Lula da Silva, no es solo retórica. El comercio entre China y Estados Unidos, por ejemplo, se ha contraído un 10.4% en la primera mitad de 2025 debido a estas tensiones, lo que demuestra un impacto directo en el intercambio bilateral de las principales economías.
Más allá del daño en el comercio entre dos naciones, las guerras arancelarias están generando un efecto más profundo en la economía mundial. Las disputas comerciales han provocado una reconfiguración de las cadenas de suministro globales, lo que ha llevado a las empresas a buscar proveedores en otras regiones, a menudo a un costo más alto. El resultado es un aumento en los precios para los consumidores finales. La incertidumbre sobre las políticas comerciales, que fluctúan con los cambios de gobierno, también desalienta la inversión a largo plazo, lo que frena la innovación y el crecimiento económico.
Los líderes de los BRICS, en respuesta, han reafirmado su compromiso de trabajar por un orden internacional más justo y equilibrado. Este enfoque incluye la reforma de la Organización Mundial del Comercio (OMC) y una mayor cooperación económica dentro del bloque, lo que podría reducir su dependencia de las instituciones financieras occidentales. El debate no es solo sobre aranceles, sino sobre el futuro de la gobernanza económica mundial.