Durante una conferencia tecnológica celebrada en Turín, Jeff Bezos hizo una afirmación provocadora: calificó el actual auge de la inteligencia artificial como una “burbuja industrial”, pero de aquellas que puede resultar “buena” para la sociedad. En su visión, aunque algunos proyectos colapsen, la infraestructura construida y las innovaciones sobrevivientes podrían aportar un legado duradero.
Bezos trazó paralelos con burbujas anteriores, como las de las puntocom o la biotecnología en los años noventa, donde muchas empresas fracasaron, pero algunas de sus ideas se transformaron en cimientos de nuevas industrias. El empresario enfatizó que no todas las burbujas son iguales: mientras las financieras pueden destruir sistemas, estas “industriales” pueden dejar infraestructura, conocimiento y progreso.
Con estas declaraciones, Bezos se suma a otros líderes tecnológicos que han empezado a cuestionar el entusiasmo desmedido por la IA. Aunque reconoce el riesgo de sobrevaloraciones, mantiene que el gran valor está en lo que quedará cuando “el polvo se asiente”. Algunos analistas ven en este discurso una estrategia para moderar expectativas ante la volatilidad del mercado y legitimizar grandes inversiones en chips, centros de datos e investigación.