El primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, reconoció públicamente a las fuerzas navales de su país por interceptar la flotilla Global Sumud, que se dirigía a la Franja de Gaza con ayuda humanitaria. Según el mandatario, la operación fue ejecutada con profesionalismo y evitó lo que consideró un intento de deslegitimar a Israel a través de la incursión de decenas de barcos en una zona en conflicto.
La flotilla, compuesta por más de 40 embarcaciones y cientos de activistas de más de 45 países, fue interceptada en aguas que Israel considera bajo su bloqueo naval. Aunque la operación se realizó sin violencia, más de 400 personas fueron detenidas y trasladadas al puerto de Ashdod, en el sur del país. Las autoridades israelíes anunciaron que todos los activistas serán deportados, aunque no especificaron a qué países.
La interceptación provocó una ola de reacciones internacionales. Países como Colombia, México, Brasil y España expresaron su preocupación por la detención de sus ciudadanos y exigieron su pronta liberación. Algunos, como Turquía, calificaron el acto como terrorismo y anunciaron investigaciones. En España, la Fiscalía investiga posibles crímenes de lesa humanidad.
Por su parte, Hamás calificó la acción israelí como “terrorismo marítimo”, mientras que los organizadores de la flotilla denunciaron que se trató de un ataque ilegal en aguas internacionales. La misión humanitaria había zarpado desde Barcelona y, antes de ser interceptada, hizo escala en Túnez, donde fue objeto de hostigamiento y ataques con drones. Pese al despliegue de buques europeos, los gobiernos involucrados evitaron cruzar la zona de exclusión impuesta por Israel.






