El peso mexicano, apodado el «superpeso» por su resiliencia y apreciación frente al dólar, tiene la perspectiva de seguir ganando terreno en lo que resta de 2025. Expertos y analistas coinciden en que la moneda nacional mantendrá su fortaleza, incluso mientras el Banco de México (Banxico) evalúa la continuación de su ciclo de recortes en la tasa de interés.
La principal fuente de soporte para el peso es la solidez de la economía mexicana, destacando el fenómeno de nearshoring, que ha disparado la Inversión Extranjera Directa (IED) en el país. El fuerte flujo de capitales en sectores estratégicos (automotriz, tecnología y manufactura avanzada) inyecta divisas y respalda la moneda.
Además, aunque Banxico ha reducido su tasa de interés (actualmente en 7.50% o menos), el diferencial con la tasa de la Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos sigue siendo amplio y atractivo para los inversores de carry trade. Esta estrategia de altos tipos de interés en México, combinada con la disciplina fiscal del gobierno, es un ancla crucial para la estabilidad del peso.
Críticamente, el principal riesgo que podría descarrilar esta trayectoria alcista es la volatilidad geopolítica y comercial. Las renovadas amenazas arancelarias de la administración estadounidense y la incertidumbre en torno a la revisión del T-MEC (Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá) son factores externos que podrían provocar correcciones abruptas en el tipo de cambio. Sin embargo, la moneda ha demostrado una notable resistencia a pesar de la turbulencia macroeconómica global.







