La policía de Brasil confirmó que la operación realizada en varias favelas de Río de Janeiro dejó un saldo de 121 personas muertas, además de la incautación de más de dos millones de dólares en efectivo y un arsenal de armas de alto calibre. El operativo, considerado uno de los más grandes en la historia reciente del país, tenía como objetivo desarticular redes vinculadas al narcotráfico y al tráfico de armas.
De acuerdo con las autoridades, el despliegue incluyó más de 1,000 agentes respaldados por helicópteros y vehículos blindados. Durante la intervención se enfrentaron a grupos criminales fuertemente armados que controlaban parte del territorio. La policía aseguró que el dinero confiscado estaba destinado a financiar actividades ilícitas y sobornos dentro de las estructuras criminales.
El gobierno brasileño defendió la operación como una acción necesaria para recuperar la seguridad en la región, aunque organizaciones de derechos humanos expresaron preocupación por el alto número de muertes y pidieron una investigación independiente sobre el uso de la fuerza.
El presidente Luiz Inácio Lula da Silva reiteró su compromiso con el combate al crimen organizado, pero subrayó que es urgente reforzar la cooperación entre los distintos niveles de gobierno y aplicar políticas sociales que reduzcan la violencia estructural. Las autoridades mantienen presencia en las zonas intervenidas mientras continúa el levantamiento de evidencias y la identificación de las víctimas.






