La Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas aprobó en abril de 2025 un paquete de modificaciones regulatorias que reconfiguran el proceso de votación y la estructura de premios para la ceremonia de 2026. Entre las medidas de mayor impacto figura la exigencia de que los miembros puedan votar en la ronda final solo si han visto todas las películas nominadas en cada categoría; la Academia controlará y registrará visionados a través de sus mecanismos oficiales (Academy Screening Room, proyecciones designadas o festivales). Esta normativa busca reducir la distancia entre votación y conocimiento directo de las obras, y responder a críticas surgidas sobre votaciones basadas en fama o impulso de campaña más que en apreciación informada.
Otra novedad formal es la incorporación del Premio a la Excelencia en Casting como categoría competitiva para los 98.º Óscar (2026), con un proceso que incluye rondas preliminares y un “bake-off” para que los miembros de la rama de Casting evalúen y preseleccionen trabajos destacados. A la vez la Academia amplió la inclusión de todos los “designated nominees” en la boleta final y creó mecanismos de preselección en ramas como Cinematografía y Animación que generan shortlists manejables antes de la nominación. Estas modificaciones institucionalizan reconocimientos que hasta ahora habían sido discutidos pero no codificados en reglas claras.
En materia tecnológica y de autoría, la Academia emitió orientación acerca del uso de IA en la producción cinematográfica. El nuevo marco no prohíbe técnicamente la IA, pero exige transparencia sobre su grado de participación y recalca que la consideración para nominaciones seguirá valorando la autoría humana creativa; la decisión responde a debates abiertos tras huelgas y preocupaciones por el impacto de la automatización en guionistas, actores y técnicos. No se impuso una obligación de declarar todos los usos de IA en las candidaturas, pero la guía orienta a ramas y votantes sobre cómo valorar aportaciones asistidas por algoritmos.
Las consecuencias prácticas son múltiples. Exigir ver todas las obras nominadas elevará la exigencia de tiempo y seguimiento para académicos; por ello, la Academia prevé mecanismos de control y registro que pueden modificar la dinámica tradicional de campañas y “screeners”. En lo simbólico, crear la estatuilla de Casting corrige un vacío histórico en el reconocimiento de una función decisiva para la construcción dramática. En lo político-institucional, las reglas buscan incrementar legitimidad ante críticas de parcialidad y profesionalizar aún más el proceso de premiación. Sin embargo, la implementación trae también retos: ¿cómo garantizar que el requisito de visionado no favorezca películas con mayor distribución en la plataforma interna? ¿Aumentará el peso de la Academia Screening Room y el control sobre qué contenidos llegan realmente a los votantes?
En suma, las reformas de 2025-2026 reflejan una Academia en transición: endurece estándares de votación, amplía el reconocimiento técnico (casting) y aborda el desafío ético y práctico que plantea la IA. El efecto combinado buscará reforzar la percepción de justicia y criterio profesional en los Óscar; su éxito dependerá de la transparencia en la aplicación y de la capacidad de la Academia para equilibrar vigilancia y acceso real a las obras.



