La Unión Europea decidió posponer hasta enero la firma del acuerdo comercial con el bloque sudamericano Mercosur, cuya negociación se ha extendido por unos 25 años. La rúbrica estaba prevista para este sábado en Brasil, pero la oposición de Francia y las dudas de última hora de Italia terminaron por frenar el plan. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, informó el aplazamiento a los líderes europeos durante una cumbre en Bruselas.
Según fuentes europeas, los cuatro países de Mercosur —Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay— fueron notificados de la decisión de no celebrar la votación en el Consejo de la UE como se había previsto y aceptaron que el proceso se desplace a “principios de enero”, sin una fecha exacta. Con ello se descarta el objetivo de Brasil, que preside de forma rotativa el bloque sudamericano, de sellar el acuerdo este 20 de diciembre.
El tratado busca crear una de las mayores zonas de libre comercio del mundo. Del lado europeo, abriría la puerta para ampliar la exportación de vehículos y maquinaria hacia los socios sudamericanos. A cambio, los países de Mercosur tendrían un acceso más amplio al mercado europeo para productos como carne, arroz, miel y soja, donde son especialmente competitivos. Este punto ha encendido las alarmas del sector agrícola europeo, que teme una competencia más dura y pide mayores garantías.
La tensión se reflejó en las calles de Bruselas. Miles de agricultores de distintos países europeos se movilizaron con alrededor de 500 tractores, bloquearon accesos estratégicos a la ciudad y al barrio europeo, y protestaron tanto contra el acuerdo UE–Mercosur como contra los posibles recortes en la Política Agraria Común (PAC). Las manifestaciones provocaron afectaciones al tráfico y al transporte público, además de incidentes en torno a las instituciones comunitarias.
En el plano político, la clave está en la regla de mayoría cualificada dentro del Consejo de la UE: se requiere el apoyo de al menos 55% de los países que representen 65% de la población europea. Con el rechazo frontal de Francia y la posición aún no resuelta de Italia, alcanzar ese umbral era prácticamente imposible. La primera ministra italiana, Giorgia Meloni, transmitió al presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva que está “dispuesta” a firmar el pacto, pero pidió “unos días” para obtener respuestas a las preocupaciones de los agricultores de su país.
El aplazamiento tiene un fuerte componente geopolítico. Para la UE, el acuerdo con Mercosur es una pieza central de su estrategia comercial y de influencia en América Latina, en un momento en que otros actores —como China o Estados Unidos— también compiten por mayor presencia económica y política en la región. Para los países sudamericanos, el pacto representa la posibilidad de diversificar mercados y consolidar un vínculo más estrecho con Europa.
Sin embargo, el episodio también exhibe la tensión interna en la UE entre la apertura comercial y la defensa de sectores sensibles como el agrícola. De cómo se resuelvan las demandas de los agricultores y las reservas de algunos gobiernos dependerá que el acuerdo avance por fin en enero o vuelva a quedar atrapado, una vez más, entre las presiones políticas internas y las expectativas de sus socios en el Mercosur.



