El mercado automotriz mexicano registró un descenso en la venta de vehículos ligeros durante el mes de junio, con una caída del 5.9% respecto al mismo periodo del año anterior. Este retroceso, reportado por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), interrumpe una racha de crecimiento y genera interrogantes sobre la confianza del consumidor y el panorama económico general. La cifra representa una desaceleración notable en un sector que es un termómetro importante de la actividad económica.
La disminución en las ventas de autos puede atribuirse a diversos factores. La inflación persistente, que erosiona el poder adquisitivo de los consumidores, así como las tasas de interés elevadas que encarecen el financiamiento automotriz, probablemente contribuyeron a esta baja. Además, la incertidumbre económica general, tanto a nivel global como local, podría estar llevando a los consumidores a posponer decisiones de compra importantes, como la adquisición de un vehículo.
Este desempeño negativo en junio sugiere que el sector automotriz enfrenta nuevos desafíos. La industria, que es un motor clave para la economía mexicana en términos de empleo y manufactura, deberá monitorear de cerca estos indicadores. La recuperación dependerá de la evolución de las condiciones macroeconómicas y de la capacidad de los fabricantes y distribuidores para adaptar sus estrategias a un entorno de mercado más complejo.