La economía mexicana enfrenta una seria amenaza proveniente de su principal socio comercial: la potencial imposición de aranceles estadounidenses a las importaciones de vehículos pesados. Analistas advierten que esta medida, dirigida principalmente a camiones y autobuses, podría generar un impacto devastador de hasta 25,000 millones de dólares, lo que subraya la extrema vulnerabilidad del sector automotriz nacional ante las tensiones comerciales.
El sector de vehículos pesados, pilar de la industria manufacturera mexicana, se ha consolidado como un centro de exportación clave, aprovechando la integración del T-MEC y la cercanía geográfica con Estados Unidos. El golpe arancelario no solo afectaría a las grandes ensambladoras, sino a toda la cadena de suministro de autopartes, forzando un aumento de costos que sería insostenible. Esta situación frena el impulso que el país busca obtener del nearshoring, pues la incertidumbre sobre las reglas comerciales socava la confianza de los inversionistas.
La magnitud del riesgo exige una respuesta estratégica del gobierno. El desafío es doble: por un lado, negociar con Washington para mitigar la amenaza y, por otro, acelerar la diversificación de mercados y la integración de proveedores nacionales para reducir la dependencia de las exportaciones. La posibilidad de un impacto de $25,000 millones es un crudo recordatorio de que, a pesar de los tratados comerciales, la economía mexicana sigue siendo rehén de las decisiones políticas de su vecino del norte.



