Las cifras oficiales más recientes sobre la economía informal muestran que, en 2024, este segmento generó 25.4% del Producto Interno Bruto (PIB) del país, un aumento de 0.7 puntos porcentuales respecto a 2023. Es decir, uno de cada cuatro pesos producidos en la economía mexicana provino de actividades realizadas fuera de la formalidad plena.
La medición descompone la economía informal en dos grandes bloques. Por un lado, el sector informal, integrado por micronegocios sin los registros legales básicos, aportó 14.5% del PIB. Por otro, otras modalidades de informalidad, que incluyen trabajo agrícola de subsistencia, servicio doméstico remunerado y empleos sin protección laboral en empresas registradas, generaron 10.9%. En conjunto, la participación de estas actividades creció frente al año previo, lo que confirma que la informalidad sigue siendo un componente estructural de la economía mexicana.
La relevancia económica y social del fenómeno se aprecia al cruzar producción y empleo. En 2024, 54.4% de las personas ocupadas trabajaban en condiciones de informalidad y solo generaron 25.4% del PIB, mientras que el 45.6% de la fuerza laboral formal produjo 74.6% del total. Dicho de otro modo, por cada 100 pesos del PIB, quienes tienen empleo formal generan 75 pesos, mientras que las personas en la informalidad producen 25 pesos. La brecha apunta a diferencias profundas en productividad, acceso a tecnología, financiamiento, capacitación y protección social.
El desglose sectorial ayuda a entender dónde se concentra esta realidad. Dentro de la economía informal, en 2024 aumentó el peso de actividades como comercio al por menor, que pasó de 28.9% a 29.0% de la producción informal; construcción, que subió de 14.7% a 15.6%; otros servicios (de 6.1% a 6.4%) y transportes, correos y almacenamiento (de 4.1% a 4.3%). En contraste, disminuyó la participación del sector agropecuario (de 11.6% a 11.1%), de las industrias manufactureras (de 13.5% a 13.0%) y del comercio al por mayor (de 7.1% a 6.8%).
Al interior del propio sector informal, la estructura también se movió. El comercio al por menor redujo ligeramente su contribución, de 44.1% en 2023 a 43.5% en 2024, mientras que la construcción la incrementó de 24.3% a 25.5%. En conjunto, ambos rubros concentraron alrededor de 69% del valor generado por el sector informal, lo que muestra su peso en la actividad diaria de millones de personas. En las otras modalidades de informalidad, el componente agropecuario mantuvo el mayor peso, aunque pasó de 26.1% a 25.8%, y el comercio al por mayor ajustó su participación de 15.5% a 15.2%.
El hecho de que la informalidad aumente su participación en el PIB al mismo tiempo que reúne a más de la mitad de las personas ocupadas plantea desafíos de fondo. Por un lado, limita la recaudación fiscal y la capacidad del Estado para financiar servicios públicos; por otro, mantiene a una gran parte de la población sin acceso pleno a seguridad social, pensiones y derechos laborales básicos. Además, la concentración de la informalidad en sectores como comercio minorista y construcción revela una estructura económica apoyada en actividades de baja productividad y alta vulnerabilidad frente a choques económicos.
En este contexto, los datos más recientes sobre la economía informal no son solo una fotografía estadística: son una llamada de atención sobre la necesidad de políticas que faciliten la transición hacia la formalidad, reduzcan costos y trámites para los micronegocios y mejoren la calidad del empleo. Mientras uno de cada cuatro pesos del PIB se siga generando en condiciones informales, cualquier estrategia de crecimiento y bienestar tendrá un límite difícil de romper.
