Warner Bros Discovery (WBD) se prepara para dar un giro clave en la reconfiguración de la industria del entretenimiento: el consejo de la compañía planea recomendar a sus accionistas que rechacen la oferta de compra de Paramount Skydance por 108 mil millones de dólares y respalden, en su lugar, un acuerdo previamente negociado con Netflix.
La oferta de Paramount, valuada en 108,400 millones de dólares, propone pagar 30 dólares por acción en efectivo por toda la compañía. Del otro lado, Netflix presentó una propuesta por los activos de estudios y contenidos de WBD con una contraprestación de 27 dólares por acción en efectivo y acciones, en una operación estimada en más de 70 mil millones de dólares. La diferencia en precio por título se compensa, a ojos del consejo de WBD, con la estructura y alcances del acuerdo con la plataforma de streaming.
El plan con Netflix contempla que la compañía de streaming adquiera los estudios de cine y televisión de Warner Bros y el control de su amplia biblioteca de contenidos, que incluye clásicos como Casablanca y Ciudadano Kane, así como franquicias contemporáneas como Harry Potter y series icónicas como Friends. Los activos lineales, entre ellos cadenas como TNT Sports y CNN, quedarían fuera del paquete y serían escindidos en una empresa separada, lo que permitiría a WBD redefinir su modelo de negocio alrededor de estos canales tradicionales.
Paramount, por su parte, sostiene que su oferta es “superior” y que tendría un camino regulatorio más despejado. La propuesta se apoya en 41 mil millones de dólares en nuevo capital, respaldado por la familia Ellison y RedBird Capital, y 54 mil millones de dólares en compromisos de deuda de Bank of America, Citi y Apollo. Sin embargo, uno de los socios financieros inicialmente involucrados, Affinity Partners —el fondo ligado a Jared Kushner—, se retiró de la operación, añadiendo incertidumbre al esquema de financiamiento. La fecha límite para que la oferta se mantenga sobre la mesa está fijada para el 8 de enero, lo que deja un margen reducido de maniobra.
La decisión de WBD no solo tiene implicaciones para sus accionistas, sino para toda la “guerra del streaming”. Quien resulte ganador se quedará con uno de los catálogos más codiciados de la industria, con capacidad de reforzar su oferta global de contenidos y su poder de negociación frente a anunciantes, distribuidores y talento creativo. Para Netflix, integrar el estudio y la biblioteca de Warner significaría consolidar su posición como plataforma dominante, ya no solo como ventana de distribución, sino como propietario de una parte aún mayor del inventario global de cine y televisión.
Al mismo tiempo, el posible spin-off de los canales lineales de WBD abre interrogantes sobre el futuro de modelos basados en ingresos publicitarios tradicionales, que enfrentan presión por la migración de audiencias hacia el streaming. La nueva empresa que agruparía estos activos tendría que encontrar su lugar en un mercado donde la televisión de paga pierde suscriptores y la rentabilidad depende cada vez más de derechos deportivos y noticias en tiempo real.
En el plano político y regulatorio, la operación también genera atención. La adquisición de un portafolio de este tamaño requiere aprobación de autoridades de competencia y telecomunicaciones, en un contexto donde crecen las preocupaciones por la concentración de mercado y la influencia de los grandes conglomerados mediáticos. La combinación de decisiones corporativas, intereses regulatorios y presiones políticas convierte esta puja por Warner Bros Discovery en un caso emblemático de cómo se redefine el mapa global del entretenimiento.
