22 de diciembre de 2024 9:55 pm
OPINIÓN

Opinión pública y cuarto poder

...la prensa escrita y las redes sociales cooperan de cierta manera a que se destruya ese silencio...

En este tema se plantean dos conceptos que han sobrevivido por mucho tiempo en el lenguaje político-mediático, en el entendido de que, en la actualidad resulta que no se les ha dado la importancia que tienen, porque el común de la gente los desconoce o no los actualiza, pero no hay que olvidar que, de una u otra manera están vigentes en la Ley Suprema y aplicables ya sea en forma escrita, y acorde con la tecnología, en las redes sociales.

En cuanto al primero, de forma sencilla consiste en las referencias que hace en la sociedad una persona o grupo de personas respecto de un funcionario,  de su actividad o de una  personalidad del mundo político o cultural, ya sea por algún medio de información que haya  adquirido notoriedad en la comunidad, aunque vale la pena aclarar que se forma esta opinión, en la mayoría de los casos, en el medio de la política por el efecto que producen en el ámbito político.

Sin embargo, es conveniente reconocer que este concepto ya casi no se maneja, toda vez que se encuentra casi controlada por los medios comunicación oficiales, es decir, que el pueblo o la gente a pesar de que impuso su voluntad en el proceso electoral carece del derecho de tomarla en cuenta y en tal virtud, no viene al caso opinar, sobre todo si el sujeto o sujetos que la manifiestan obtienen un beneficio redituable, prefiriendo entonces ser mudos testigos ella.

Por otro lado, la prensa escrita y las redes sociales cooperan de cierta manera a que se destruya ese silencio, la primera en ejercicio de la libertad de expresión que no queda excenta de tratar de ser controlada según sea su contenido y alcance.

Sin embargo, la lectura de la prensa tiene la obligación ética de informar a la población de manera seria y responsable los acontecimientos relevantes del actuar gubernamental, aunque pudieran existir sus excepciones, pero que, al fin y al cabo le correspoonde al ciudadano juzgar sobre la veracidad de la información porque se supone que ésta se encuentra basada en hechos reales, no tan sólo por lo que nos dice la autoridad, y es aquí donde se forma un conflicto de ideas que se mueven en diferente sentido con la consecuencias lógicas de desinformación sirviendo entonces como un contrapeso al ejercicio del poder falto de la inteligencia necesaria para gobernar de la mejor manera un país.

En algún tiempo se reconocía a la prensa como el cuarto poder dada la influencia que ejercía, entre otros, por su contundencia en cuanto a la veracidad de los datos que contenía la información difundida como en su momento en el periodismo lo llevaron a cabo los hermanos Aquiles Serdán. 

Con todo el respeto que me merecen algunos articulistas de periódicos serios que nos proporcionan información veraz y oportuna, me voy a referir a la publicación en el periódico Milenio “El desafío de estos Tiempos” (17/08/2019) en la que relata el exfuncionario del pasado, Lic. Liévano Sainz, una serie de ideas con un gran contenido político propositivo que deberían ser tomadas en cuenta o cuando menos reflexionar sobre ellas por parte del actual gobierno.

Son pues, la opinión pública y el cuarto poder conjuntamente, quienes pueden ser el contrapeso de los otros tres poderes para asumir el desafío del gobierno con recomendaciones propositivas para lograr el cambio que nuestro país requiere contemplando una estrategia ordenada y poderes de gobierno con vista al futuro retomando lo positivo de regímenes anteriores y desechando lo negativo con la intención de construir y no de destruir para obtener lo realizable y marginar lo deseable con los recursos que se tienen de manera y aprovechando el liderazgo político, corrigiendo lo que se haya que corregir y así obtener resultados que la población se merece, sin subterfugios ni mensajes populistas que sólo confunden a final de cuentas y llevan a la indignación de quienes esperan un gobierno eficaz y eficiente.

Solo cabe agregar que la falta de aplicación de estos dos últimos conceptos también pueden ser una forma de corrupción por dejar de cumplir con los fines que los poderes públicos han hecho suyos por voluntad del pueblo.

NO HAY MÁS CIEGO QUE EL NO QUIERE VER

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