Por Arturo Damm Arnal
Hay tres tipos de gobierno: el gobierno gobierno, el gobierno ángel de la guarda y el gobierno hada madrina.
El gobierno gobierno realiza las tareas propias del gobierno, aquellas sin las cuales no es tal: prohibir violar derechos; prevenir la violación de derechos; castigar a quien los viole; obligar al violador a resarcir a la víctima. Seguridad y justicia.
El gobierno ángel de la guarda pretende preservarnos de todos los males, incluidos los que podemos hacernos a nosotros mismos, por ejemplo: comiendo alimentos chatarra.
El gobierno hada madrina pretende concedernos todos los bienes, incluidos los que cada uno debe conseguir por sí mismo, por ejemplo: atención médica, por habernos enfermado, por haber comido alimentos chatarra.
El gobierno ángel de la guarda atenta contra la libertad individual, ya que prohíbe conductas que no debe prohibir. La única conducta que debe prohibirse es dañar a los demás, no dañarse a uno mismo, lo cual no quiere decir que esté a favor de que uno se dañe a sí mismo, sino en contra de prohibir que uno se dañe a sí mismo.
El gobierno hada madrina atenta contra la propiedad privada, ya que para darles a unos previamente tuvo que quitarles a otros. Ningún gobierno es capaz de darle todo a todos, por lo que solamente puede darle algo a algunos, y ese algo que les da a algunos previamente se lo tuvo que quitar a alguien más (cobro de impuestos con fines redistributivos), con un inconveniente adicional: dado que el gobierno cobra por quitar y dar nunca regresa la misma cantidad que quitó.
Las reflexiones anteriores vienen a cuento por la intención del gobierno, convertido en ángel de la guarda, de prohibir la venta de ciertos alimentos (no todos) con alto contenido calórico a menores de edad. El fin, que niños y adolescentes se alimenten correctamente, es incuestionable, pero no el medio: la prohibición. ¿Basta y sobra que el gobierno prohíba una conducta (la venta de ciertos productos a ciertas personas) para que la prohibición se cumpla? No, y muestras sobran, desde leyes contra el alcohol hasta leyes contra las drogas. Las leyes contra la comida chatarra, ¿serán la excepción?
Mucho es lo que debe decirse con relación a la intención del gobierno de prohibir la venta de ciertos alimentos (no todos) con alto contenido calórico a menores de edad, comenzando por lo obvio: si la intención es que los menores de edad dejen de consumir dichos alimentos no basta prohibir su venta. Habría que prohibir su consumo, para lo cual habría que prohibir su producción, lo cual atentaría contra los puestos de trabajo y las fuentes de ingreso de miles de personas, quienes producen, distribuyen y venden ese tipo de alimentos, momento de recordar lo que dice al Art. 5 de la Constitución: “A ninguna persona podrá impedirse que se dedique a la profesión, industria, comercio o trabajo que le acomode, siendo lícitos”, por lo que, para prohibir la producción, oferta y venta de comida chatarra habría que definir dichas actividades como ilícitas.
La prohibición de vender alimentos con elevado contenido calórico, ¿va dirigida contra cualquier alimento de ese tipo o contra determinadas empresas?
La responsabilidad por la alimentación de los menores de edad, ¿es del gobierno o de los padres?
¿Qué pasa cuando el gobierno asume responsabilidades que no le corresponden?
¿Qué pasa cuando el gobierno, además de gobierno, pretende ser ángel de la guarda (prohibir consumos que hacen daño) y hada madrina (pagar los tratamientos médicos necesarios para eliminar esos daños)?
Preguntas que urge responder antes de que tengamos al gobierno (más) metido hasta la cocina.