Por María del Carmen Ojeda Portilla
Estamos a seis meses de las elecciones intermedias que se llevarán a cabo en el 2021. El panorama y contexto político que se avecina es complejo y, una vez más, es probable que el proceso electoral, que comenzó el pasado mes de septiembre y que se intensificará en los meses próximos, sea desgastante, polarizante y lleno de ignorancia y errores del pasado.
Estas últimas semanas han sido cruciales para determinar el tipo de juego y el tipo de espectáculo, si me permiten la palabra, que se jugará en los próximos meses. Por un lado, el Partido Acción Nacional (PAN) aprobó ir en alianza con el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y el Partido de la Revolución Democrática (PRD) bajo un argumento de pragmatismo político y electoral para así unirse por una misma razón, un adversario en común: MORENA y su mayoría en el Congreso.
Los partidarios de esta alianza se están dejando la vida en inundar medios y redes sociales con argumentos que atenúan el hecho de una alianza política sin sentido, sin identidad, sin ideología, pero, sobre todo, sin un plan real de cambio en el largo plazo. Su pragmatismo los lleva a olvidar el verdadero sentido de la política y evidencian su necesidad de llegar al poder para satisfacer necesidades personales y no necesidades comunes. Reflexionemos juntos, ¿qué tanto quieren/necesitan llegar ahí como para dejar a un lado las diferencias que SIEMPRE los han separado y que los han hecho protagonistas de antagonismos históricos en el país? ¿de verdad será suficiente unirse, a toda costa, para derrotar a MORENA? ¿el ciudadano mexicano ejercerá un voto de castigo, una vez más en la historia de este país? No olvidemos que no es la primera vez que se gesta una campaña con tintes negativos. La alianza PAN-PRI-PRD tiene una sola ideología y un solo objetivo: promover la cultura anti-AMLO para destronarlo.
Decir que “…por algo se empieza…” o “… es un primer paso…” es caer en su juego. Es la ley del mínimo esfuerzo y la mínima exigencia y estoy convencida que la calidad de la clase política de un país radica, en su mayoría, en el nivel de exigencia de su pueblo. Esta alianza es un reflejo de que PAN, PRI y PRD no han entendido que no han entendido. Su alianza es mediocre e improvisada, porque no les bastaron tres años para planear y organizar una estrategia que les permitiera, en lo individual, cumplir con sus objetivos. Han sido meramente espectadores del Presidente, no cumplieron con su labor política opositora. Si todo el tiempo invertido en twitter, en columnas de opinión y en exposure mediático lo hubieran invertido en hacer su trabajo, otro gallo cantaría.
A mí parecer, lo único que se puede leer entre líneas de esta alianza es el miedo al poder que tiene el partido del Presidente, el miedo a su “grandeza”, su incapacidad de lucha y trabajo en lo individual, la incapacidad política para gestionar una estrategia electoral ad hoc, la falta de verdadera identidad e ideología dentro de sus partidos, que si bien alguna vez tuvieron alguna, es clarísimo que la han perdido, y así, lograr regresar al poder A TODA COSTA.
Una verdadera oposición con miras a derrocar al Presidente y a su partido no puede, por ningún motivo, nacer del odio a la ideología y estrategia de la Cuarta Transformación, porque de hecho, su principal caballo de batalla es la gran unión entre mexicanos: el combate a la corrupción y al viejo régimen. La verdadera oposición tendrá que tomar sus argumentos y corregir los errores del Presidente que han sido en el campo operativo de sus ideas, el verdadero opositor saldrá de sus filas para retomar su gran discurso y gestionarlo de manera adecuada. Pero queridos lectores, no perdamos esperanzas, en las elecciones del 2021 habrá partidos que irán en lo individual, que tienen identidad y objetivos claros y planeados y pueden comenzar a ser un rayo de esperanza para muchos de nosotros. No los perdamos de vista.