28 de marzo de 2024 11:49 am
OPINIÓN

A propósito del Día Internacional de la Mujer

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María del Carmen Ojeda Portilla

El papel de la mujer y de las luchas sociales en la economía actual

El siglo XX presenció los cambios más abruptos en cuestión de ideología económica. En dicho siglo se vivieron épocas completamente libertarias que, de un momento a otro, desaparecieron para dar paso a políticas económicas de gran envergadura social que han llegado para quedarse. En esta transición, el economicismo y el indicador económico por excelencia, el Producto Interno Bruto (PIB), pierden poder y dan paso a nuevas visiones y enfoques económicos basados en mediciones de bienestar, mediciones que vislumbran una realidad más certera y completa que la que brinda el propio PIB y que ocasionan un crecimiento de la demanda de políticas progresistas de justicia social.

Dentro de las muchas políticas de justicia social, se encuentra la demanda por acortar la brecha de género. Es innegable que la lucha por la igualdad de género ha tomado poder en los últimos años, sin embargo, no ha sido suficiente para que se promuevan políticas que modifiquen estructuralmente el problema de raíz. Ahora bien, esto me lleva a pensar en la existencia de la creencia generalizada que, dentro de un presupuesto de egresos y un plan nacional de desarrollo, el tema de género es una simple partida de importancia secundaria por el simple hecho de ser un problema social (rezago ideológico del economicismo del que no nos hemos podido liberar del todo). Pero, ¿por qué los gastos en políticas relacionadas con el género son mucho más complejas y ameritarían, en una realidad como la que vivimos actualmente, un protagonismo total en los planes de desarrollo nacionales e internacionales?

Vivimos en una realidad económica en donde los gastos en infraestructura física (economía física) son considerados una inversión, mientras que los gastos en infraestructura social (economía social) son considerados costos estatales. ¿Notan la diferencia? Además, la base de trabajo masculino proviene de la economía física (carreteras, puentes), mientras que la base de trabajo femenino proviene de la economía social (educación, cuidado infantil, salud). Dentro de esta dualidad, es evidente que los recortes se hacen primero en costos sociales que en inversión real. ¿Coincidencia? No lo creo.

¿Cómo conseguir que cambie la idea del gasto social visto como un costo y no como una inversión? Volteando a ver casos de éxito, como el de Islandia, en donde se ha promovido el cuidado infantil universal y una licencia parental compartida como las políticas base del desarrollo económico, sí, el económico. Ambas políticas han implicado una gran inversión del gobierno en turno. Acortar la brecha de género a través de políticas concretas le ha permitido a Islandia aumentar la participación de la mujer en el mercado laboral y así estimular la economía.

Pero, ¿cuál es el trasfondo de todo esto? Pues, en general, la búsqueda de eliminar aquellas estructuras sociales de las cuales la mujer ha sido víctima durante siglos. Desde su participación en el mercado laboral, lo cual beneficiaría la idea economicista, hasta el acoso sexual y la violencia que han corrompido a la sociedad mundial. La única forma de eliminar estas estructuras es a través del Estado y de una exigencia continua por que se pongan como protagonistas los gastos en programas sociales y sean vistos como inversión en crecimiento y desarrollo y no como gastos públicos secundarios.

Las luchas y demandas sociales por acortar la brecha de género son gritos que emanan de una sociedad llena de hartazgo. En general se llega a menospreciar la lucha por erradicar los micromachismos o por conseguir libertad sexual y reproductiva, sin embargo, las grandes conquistas sociales comienzan por pequeños levantamientos de voz que, en algún momento, llegan a concretarse en un consenso social y más tarde en políticas públicas específicas. La lección histórica es una sociedad unida bajo un mismo grito: la igualdad de género y, por consiguiente, el empoderamiento de la mujer. La sociedad debe unirse y hablar fuerte para demandar al Estado políticas que rompan con las estructuras sociales de las cuales hemos sido víctimas durante siglos. La liberación de las estructuras sociales se dará únicamente a través de peticiones sociales que concrete el Estado a través de políticas públicas para así modificar la realidad económica y social actual para migrar a un nuevo escenario más y mejor desarrollado.

El ejemplo de Islandia es una gran lección para el resto del mundo, sobre todo para los economistas. ¿En qué políticas (gasto social o inversión real) se encuentra el verdadero desarrollo económico? Un economista del siglo XXI no puede permitirse ser economicista, un economista actual tiene la obligación de estudiar y analizar a la economía como un todo dando igual de importancia a sus partes. El dinero y la producción son sólo una parte de una gran máquina que no funciona si no se configura como un todo. La demanda por igualar la importancia del gasto social y el gasto real es una demanda vigente, actual y llena de sentido. Por esto es fundamental que se hablen los temas, que se levante la voz y que se hagan llegar al Estado las inconformidades con el manejo del gasto y con la ideología economicista de dejar en un segundo plano los gastos en materia social.

A propósito del Día Internacional de la Mujer, ¡levantemos la voz! ¡no callemos nuestras exigencias! y ¡no paremos de luchar por lo que algún día futuras generaciones disfrutarán! No es momento de callar, ¡nunca lo es! No es momento de dar carpetazo, de dejar pasar ni de “¡ya chole!”. ¡Esta es una lucha sin días de descanso y sin ninguna ventana de posibilidad de hartazgo!

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