Arturo Damm Arnal

De los dos efectos.
Comparando cada trimestre con el trimestre anterior, éste ha sido el crecimiento de la economía mexicana en lo que va de la 4T, del cuarto trimestre de 2018 (el sexenio inició el 1 de diciembre de aquel año), al tercero de 2021 (con la cifra oportuna del PIB): 4to. 2018, menos 0.3%; 1ro. 2019, 0.3%; 2do. 2019,0.0%; 3ro. 2019, 0.0%; 4to. 2019, menos 1.1%; 1ro. 2020, menos 1.0%; 2do. 2020, menos 16.8%; 3ro. 2020, 12.4%; 4to. 2020, 3.3%; 1ro. 2021, 0.8%; 2do. 2021, 1.5%; 3ro. 2021, menos 0.2%. Después de cuarto trimestres consecutivos de crecimiento, del tercero de 2020 al segundo de 2021, en el tercer trimestre de 2021 la economía volvió a decrecer. ¿Por qué?
El crecimiento de la economía ha estado determinado, desde el 29 0ctubre de 2018, día en el que se canceló la construcción del NAICM en Texcoco, hasta hoy, con la propuesta de contrarreforma eléctrica, por dos efectos: el 4T y el Covid. El problema es que, cuando se supere el segundo el primero seguirá presente, limitando seriamente las posibilidades de crecimiento de la economía, con todo lo que ello significa en términos del bienestar de las personas.
El Efecto 4T consiste en una serie de malas decisiones, desde la cancelación del NAICM en Texcoco hasta la propuesta de contrarreforma eléctrica, que generaron desconfianza entre los empresarios, que se tradujo en una fuerte caída de las inversiones directas, que se tradujo en decrecimiento de la economía, que se tradujo en menor bienestar para las personas, lo más grave de todo.
Las inversiones directas son las que se destinan a la producción de bienes servicios, con los que satisfacemos nuestras necesidades, producción que es la variable con la que se mide el crecimiento; crean empleos, puesto que para producir alguien tiene que trabajar; generan ingresos, puesto que a quien trabaja se le paga, empleos e ingresos de los que depende al bienestar de las personas, determinado por la cantidad, calidad y variedad de los bienes y servicios de los que disponen, satisfactores que hay que comprar, para lo cual se necesita ingreso, para lo cual se requiere empleo.
El Efecto Covid consistió, primero, en las jornadas de sana distancia, por las que la gente dejó de salir como lo venía haciendo, por lo que se redujo la demanda, por lo que se generaron presiones recesivas sobre la producción: si se compra menos se produce menos. Segundo, en el cierre parcial de la economía en abril y mayo del año pasado, por lo que se redujo la producción y oferta, con el consecuente despido de trabajadores y/o reducción de salarios, lo que generó presiones recesivas sobre la demanda: si se trabaja menos y/o se tiene menos ingreso se demanda menos, lo cual reforzó las presiones recesivas sobre la oferta: si se compra menos se produce y ofrece menos. Tercero, la negativa del gobierno para ayudar a las empresas y a las familias, ya dando más (más subsidios) y/o quitando menos (menos impuestos), durante abril y mayo, los meses del cierre parcial de la economía.
Los dos efectos, el 4T y el Covid, han generado fuertes presiones recesivas sobre la economía. Conforme se va superando el Efecto Covid se va eliminando su presión recesiva, como ya está sucediendo. El problema es que el Efecto 4T seguirá allí, generando más desconfianza entre los empresarios, afectando las inversiones directas, la producción de satisfactores, la creación de empleos, la generación de ingresos y, lo más grave de todo, el bienestar de la gente que, si ha de ser consecuencia, ¡como debe ser!, del trabajo de cada cual, y no de las dádivas que alguien otorgue (el Estado Benefactor, el gobierno hada madrina), depende de los empleos y los ingresos.
¿Qué se necesita para superar el Efecto 4T? Uno, que se dejen de tomar malas decisiones. Dos, que se reviertan las que ya se tomaron. No se está haciendo lo primero (botón de muestra: la propuesta de contrarreforma eléctrica), mucho menos se hará lo segundo. Así nos irá.