El pasado viernes culminó la Conferencia de Partes 26 (o COP26 en sus siglas en inglés) de la Conferencia Marco de las Naciones Unidas contra el Cambio Climático, celebrada en Glasgow, Escocia, Reino Unido. Fue uno de los eventos más esperados tras la COP21, cuyo resultado fue el Acuerdo de París. ¿Cuáles fueron los acuerdos y qué impacto tienen para el globo?
Tras dos semanas de conversaciones, declaraciones, mesas de trabajo y una titánica ronda final de negociaciones en el último día, el Pacto de Glasgow se logró generar. Mucha participación a través de jefes de Estado y delegados de gobiernos se suscitó en esta magna conferencia de la comunidad internacional contra el cambio climático (CC).
Un primer apunte habla acerca de la deforestación. Líderes de más de 100 países, que representan el 85% de los bosques en el mundo, se comprometieron a detener la deforestación ilegal para 2030. Entre los jefes de Estado que apoyaron esta propuesta se encuentra Jair Bolsonaro. Resulta una sorpresa, pero una bienvenida, ya que este presidente había por mucho tiempo negado la existencia del CC y había omitido realizar acciones para proteger al medio ambiente. Es sustancial que Brasil se sume a esta propuesta, puesto que una gran parte de la Amazonía, que es uno de los principales pulmones del globo, se encuentra en este país.
Otro apunte es la reducción de la emisión de metano en un 30% para 2030. Aunque países como Rusia y China se mostraron reluctantes a comprometerse a esta propuesta, más de 100 países apoyaron la moción. Este acuerdo resulta trascendental, puesto que el metano es uno de los gases responsables del efecto invernadero. No obstante, esta decisión también representa un problema para los países que dependen de la ganadería como una de sus principales actividades económicas, como lo son los países en vías de desarrollo, ya que el acuerdo significaría reducir sus actividades y con ello sus utilidades.
Un tercer apunte ha sido la reducción en el uso del carbón. Este mineral es uno de los principales responsables del CC y, a pesar de la existencia de energías limpias y renovables, muchos gobiernos alrededor del mundo utilizan y permiten el uso de carbón, contribuyendo masivamente al deterioro del medio ambiente.
En este contexto, las negociaciones de la COP26 iban muy bien, teniendo gran apoyo de los países para la eliminación gradual del uso del carbón. No obstante, a raíz de la presión de India y China, esa “eliminación gradual” se convirtió a una simple “reducción” en el uso de este mineral. Seguro muchos gobiernos estarán felices por eso, lamentablemente.
Un final apunte del Pacto de Glasgow es el del refuerzo en el compromiso de la reducción de la temperatura global en 1.5° Celsius, acuerdo que se había gestionado en la COP21 en París. Sin duda, alcanzar este escenario facilitaría enormemente la mitigación del CC y tendría un efecto positivo para el mejoramiento del medio ambiente.
Pero, una vez más, el problema no está en los diálogos, los acuerdos y las conferencias de los líderes, sino en la realidad, en las acciones. Es fascinante escuchar que habrá una paulatina reducción en el uso de los combustibles fósiles y que se apoyarán las energías limpias y renovables, pero esa burbuja se rompe cuando muchos de esos líderes y delegados regresan a su país de trabajo y no cambian el comportamiento de su gobierno. Ahí es donde la esperanza flaquea. Ojalá que esta vez los países sí tomen las riendas de la mitigación del CC, puesto que, si de nuevo fue palabrería, pronto no habrá un mañana.