Eduardo López Chávez
A partir del primero de enero de este año, el salario mínimo general pasó de 172.87 a 207.44 pesos al día, lo cual implica un crecimiento anual del 20%; comparado contra el salario mínimo de 2018 (88.36 pesos diarios), el crecimiento es de 135%. Por otro lado, la productividad laboral habría caído 7% entre 2018 y 2022, con base en índice global de productividad laboral de la economía del Inegi. Comparar el crecimiento en los salarios contra la productividad de la mano de obra nos ayuda a entender cuál será el efecto neto de la política de salarios mínimos sobre los trabajadores y la economía en general.
Uno de los argumentos más comunes en favor de elevar el salario mínimo es que ello ayudaría, supuestamente, a mejorar el bienestar de los trabajadores, puesto que podrían adquirir una mayor cantidad de bienes y servicios. Sin embargo, este argumento es profundamente simplista e ignora otra serie de factores importantes.
Uno de ellos, es que el salario mínimo puede fungir como una barrera de entrada al mercado laboral para aquellos más vulnerables, como lo son los trabajadores menos calificados y los jóvenes que buscan una oportunidad para iniciar su vida profesional. Mientras más alto el salario mínimo, más caro resulta para las empresas contratar personal y más personas son marginadas del mercado laboral. En el caso de países como México, con altos niveles de informalidad, es posible que muchos trabajadores terminen laborando al margen de la ley, donde no sólo no van a percibir el incremento salarial, si no que, además, perderían muchas protecciones de ley, como el seguro social.
Otro elemento que no se puede pasar por alto es la inflación. Hoy, parecería que estamos por salir del periodo inflacionario más álgido de las últimas dos décadas. Sin embargo, la inflación se puede enraizar y permanecer elevada por un tiempo prolongado, si se cae en una espiral salarios-precios. Es importante recordar que la inflación afecta más a quienes menos tienen, al ver reducida su capacidad para adquirir incluso aquellos bienes y servicios más básicos, además de que sus saldos monetarios van perdiendo su valor en el tiempo, puesto que los hogares de bajos ingresos tienden a tener un menor acceso a vehículos de ahorro que les ayuden a cubrirse contra la inflación.
Ahora, ¿de qué depende que prevalezcan los efectos positivos sobre los negativos del aumento en el salario mínimo, y viceversa? De la productividad laboral. No es sostenible que las empresas le paguen a cada trabajador más de lo que este contribuye a la producción. Si este fuera el caso, las empresas se verían forzadas a incrementar los precios a sus clientes (inflación) y/o reducir el número de empleados (desempleo).
Desgraciadamente, como se mencionó arriba, el aumento en salarios no ha sido acompañado por una mayor productividad laboral en el país. No sólo es el salario mínimo, los costos laborales también se incrementarán a partir de este año por la implementación de la reforma a la Ley del Seguro Social y a la Ley de los Sistemas de Ahorro para el Retiro, que implica mayores cuotas patronales para la cesantía en edad avanzada y vejez del trabajador. Ya con un panorama más completo, podríamos concluir que es altamente probable que, en las condiciones actuales, predominen los efectos adversos sobre las buenas intenciones asociadas al incremento al salario mínimo.