Estado de Bienestar (1/3) | Coyuntura económica y algo más

Por Eduardo López Chávez

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Desde el inicio de la administración del hijo predilecto de Macuspana, hay una palabra que se repite una y otra y otra vez: «bienestar», prácticamente todas las actividades que tienen que ver con apoyo a la población o, en las que buscan tener el respaldo popular, se utiliza esa palabra como parte de la propaganda oficial, inclusive, una de sus primeras acciones fue cambiar el nombre de la entonces Secretaría de Desarrollo Social, por Secretaría del Bienestar, de ahí, se desencadenó una gran cantidad de bautizos políticos, tal es el caso del inservible banco del bienestar o los llamados programas para el bienestar, dentro de los que destacan: la pensión para el bienestar de las personas adultos mayores o la beca para el bienestar Benito Juárez de educación básica, entre otros tantos.

El uso de esta palabra tiene que ver en principio con la idea de mejorar la situación de las personas más vulnerables, pero, en el terreno económico, es una palabra que va acompañada de una teoría muy interesante, la del estado de bienestar, el cual, en muchos sentidos, es la meta que todo país busca alcanzar, sin embargo, tiene muchas aristas que analizar.

Una definición de esta teoría implica todas las actividades y decisiones tomadas por el gobierno, para mejorar la situación de los ciudadanos a través de la redistribución del ingreso, creando un bienestar general en la sociedad, es decir, está basado en que sea el estado el que intervenga en el proceso económico y social de un país, para mejorar las condiciones socioeconómicas de la población, a través de la reducción de la desigualdad económica.

Para muchos liberales económicos, el estado de bienestar no es otra cosa más que la creación de un estado paternalista, dado que, la intervención del estado en el proceso económico terminará dictando qué, cómo, cuándo, cuánto y para quién producir, con la finalidad de poder distribuir de forma más equitativa el ingreso generado, sin embargo, existen diferentes casos, sobre todo en Europa, de estados de bienestar que de hecho se encuentran dentro de las economías más pujantes a nivel internacional, entonces, ¿Qué es el estado de bienestar?, ¿realmente funciona?, citando al profesor Kees Van Kersbergen: “El estado del bienestar es un conjunto de políticas y derechos institucionalizados como derechos sociales que, a través de diversas vías, ofrecen protección a todas las personas que puedan encontrarse en una situación de dificultad económica y social.”

Esta definición da la pauta para entender el estado de bienestar como una redistribución del ingreso, sin embargo, de acuerdo con Kersbergen, la idea de un estado de bienestar implica la redistribución de los riesgos sociales, situación que tanto en nuestro país, como en otros de Latinoamérica, no se ha logrado entender, el bienestar de las personas, se vincula directamente con la cantidad de recursos que tengan disponibles, de ahí, por ejemplo, que una gran cantidad de programas sociales en el caso mexicano, estén enfocados a la distribución de transferencias de efectivo directas, cuestión que poco ayuda a mejorar el bienestar de las personas en el mediano y largo plazo, por ejemplo, si una persona recibe una pensión de 6 mil pesos bimestrales y es su única entrada de recursos, tendría que utilizarlos para cubrir todas las necesidades básicas, desde el alimento, hasta la salud, sin embargo, esto no sucede en la realidad, ya que, muchos de los beneficiarios de estas transferencias lo utilizan de manera directa en el consumo, que si bien mejora su situación en el momento actual, no les asegura cubrir de manera completa las necesidades y contingencias que surgen más adelante.

Continuará…