Por Jorge Molina Larrondo
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Este viernes 26 de enero, el presidente Biden declaró enfáticamente que, si el congreso de su país aprueba en estas próximas semanas la propuesta bipartidista para proteger la frontera que se ha venido negociando desde el año pasado, y que seguramente se dará a conocer a más tardar el miércoles, le permitiría -en caso necesario- cerrar la frontera al día siguiente de que la firme. La declaración no solamente refleja una actitud más agresiva de Biden respecto al problema del control de la inmigración ilegal, pero también puede implicar un cambio en el balance de poder entre México y Estados Unidos en relación a este tema.
De acuerdo a diversas filtraciones, la propuesta que vienen negociando los senadores Chris Murphy (demócrata de Connecticut), James Lankford (republicano de Oklahoma) y Kyrsten Sinema (independiente de Arizona), incluye medidas que endurecen la actual política migratoria del gobierno, como cerrar la frontera en caso de que hubiera más de 5,000 detenciones de ilegales en un solo día, cuando en diciembre hubo días en que se realizaron más de 9,000. Los republicanos han cabildeado en favor de restablecer las políticas migratorias que estuvieron vigentes durante el gobierno de Trump, a pesar de que varias de ellas violaban los derechos humanos, como la separación de sus padres de los menores que fueron capturados entre febrero del 2017 y enero del 2021.
La postura de los republicanos -la enorme mayoría de ellos bajo la influencia de Trump- es que para votar en favor de un nuevo paquete de ayuda económica que Biden prometió desde el año pasado a Ucrania y Taiwán, antes se debe aprobar una ley que haga más estricto el control de la migración ilegal en la frontera con México. Los republicanos insistieron en la redefinición de las condiciones para ofrecer asilo político, hacer más expedito el proceso para regresar a México a quienes sean rechazados para vivir en territorio estadounidense y financiamiento para continuar construyendo el muro, a lo que se opusieron los demócratas.
La propuesta de los senadores Murphy, Lankford y Sinema representa el esfuerzo más serio para controlar el problema de la inmigración ilegal desde 1986, cuando Ronald Reagan era presidente. Por ello, Trump empezó a presionar a los legisladores republicanos para que voten en contra, debido a que busca hacer de la inmigración uno de los temas centrales de su campaña presidencial a partir de agosto, argumentando que Biden ha sido incapaz de controlar una crisis que el mismo generó.
El speaker de la cámara baja, Mike Johnson (republicano de Louisiana), había dicho en la primera semana de enero que era imperativo que Biden hiciera algo a la brevedad posible para controlar el problema de la inmigración ilegal. Pero ahora, bajo la presión de Trump, envió el viernes 26 de enero una carta a los legisladores republicanos pidiendo que voten en contra de la propuesta, diciendo que no permitirá que sea considerada cuando sea enviada a la Cámara de Representantes y destacando las medidas que ha implementado el gobernador de Texas, Greg Abbott, que han generado obstáculos a la importación de los productos mexicanos.
La declaración del viernes de Biden refleja una postura más dura -que se explica por el inicio de las elecciones primarias y porque las encuestas lo tienen detrás de Trump- y un posible cambio en el balance de poder con México. Hasta la fecha, Biden ha dependido en buena parte de que México detenga a los migrantes en su territorio para el control de la migración ilegal, pero conforme ha pasado el tiempo, el aumento en las detenciones de ilegales en territorio estadounidense sigue creciendo.
Si Estados Unidos asume una postura más dura en temas migratorios, podríamos ver cambios que se pueden reflejar en diversos temas, como en el manejo de las disputas comerciales pendientes en el marco del TMEC. Con las elecciones cada vez más cerca, el espacio de maniobra de Biden con México se reduce.
