21 de noviembre de 2024 10:58 am
OPINIÓN

Pensar la Inteligencia

En la vida adulta es una tarea irrenunciable la máxima "conócete y ámate a ti mismo”. Aunque a lo largo de nuestro desarrollo, hemos aprendido a conocernos y amarnos a través del encuentro interpersonal...

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Por Luis Manuel Garibay Berrones


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Soy terapeuta sistémico, un enfoque psicológico que sirve para acompañar a parejas, familias y grupos de apoyo y contención emocional. Es de notar que a pesar de la heterogeneidad de casos entre los asistentes a consulta, todos acuden con un mismo fin: desahogar la presión de circunstancias difíciles en que nos ha puesto la vida y pensar con mayor claridad cómo responder a ellas. ¿Pero qué de nuevo se puede pensar con otros, que yo no haya ya considerado por mi cuenta cuando le doy vueltas en la cabeza a un tema que me preocupa? Pues bien, el pensamiento se estructura y articula a través del diálogo, que nos permite junto con los demás, representar la experiencia para darle un sentido inteligible y usar la información de manera efectiva según el contexto de significación.

Tradicionalmente la inteligencia se concibe como la capacidad mental para conocer la verdad. Gracias a la comprensión cierta de la realidad podemos tomar decisiones, resolver problemas y facilitarnos la adaptación a las situaciones cambiantes del mundo. De manera más reciente, con las neurociencias, la inteligencia se compara con una caja de herramientas cognitivas diseñadas evolutivamente para poner atención, analizar información, recordarla, aprender de la experiencia, así como también tener la imaginación, la flexibilidad e inventiva para usarla de manera creativa, postergar los impulsos y controlar las reacciones emocionales, hasta planear, clasificar y organizar las posibilidades. Esto que hoy se conoce como funciones ejecutivas y de autorregulación, que son en síntesis, el fundamento cerebral de la libertad humana.
Pero de qué serviría poseer tantas herramientas si no sé para qué funcionan o cómo me pueden ayudar. Lo distintivo de la inteligencia humana es que reflexiona, vuelve sobre sí misma para darse cuenta de lo que en su momento pasó desapercibido: ¿Qué me sucedió en el instante en que exploté? ¿Por qué perdí de ese modo la razón? ¿Cómo es que tuvo tal efecto en mí este comentario? En otras palabras, es autoconsciente: toma conciencia del propio pensar, sentir y actuar humano para evaluar críticamente las consecuencias de nuestras decisiones. Muchas veces no tenemos de otra que mirar en retrospectiva el curso de nuestras acciones y tener la honestidad intelectual de arrepentirnos para tratar de corregir y mejorar. Por eso, adquiere en cada quien la forma de una voz interior que nos habla para valorar y distinguir lo verdadero de lo falso, lo bueno de lo malo, lo bello de lo feo, lo real de lo aparente. En la vida adulta es una tarea irrenunciable la máxima «conócete y ámate a ti mismo”. Aunque a lo largo de nuestro desarrollo, hemos aprendido a conocernos y amarnos a través del encuentro interpersonal. En un principio por el conocimiento y el amor que nos tuvieron nuestros padres y cuidadores, que buena parte de nuestro existir ha dependido de su asistencia. La autoconciencia emerge de la conciencia social, de querer saber qué es lo que el otro siente y piensa para actuar tal como lo hace, de una necesidad de comprender lo auténtico de su diferencia y de su alteridad, para establecer puentes de comunicación que han revolucionado en herramientas sociales como la ética, la cultura, la ciencia, la realidad virtual. Razonando juntos logramos inventar la vacuna de Covid, explorar el espacio, la inteligencia artificial y la computación cuántica. Hoy más que nunca debemos cuidarnos de lo que nos impide pensar críticamente y convierte la autoconciencia en un monólogo egoísta: las tendencias sociales narcisistas, las polarizaciones ideológicas, los fanatismos, las violencias, las experiencias traumáticas y enajenantes… El fin de la inteligencia se descubre en el diálogo empático y en las relaciones de confianza que nos mueven y conmueven hacia la solidaridad y la cooperación que son el espejo para mirarse auténticamente y mirar la identidad humana.

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