Cuando una voz respetable se apaga, es importante recordarla para que su mensaje nunca se olvide…
Macraf
Una de las principales virtudes que debe observarse en la autoridad encargada de manejar los asuntos económicos de cualquier país es la congruencia, es decir, que lo que se dice y lo que se hace tenga sentido y dé certeza a los inversionistas para poder decidir entre una economía u otra. Esta situación permite que los dueños del capital tengan las herramientas necesarias para decidir si realizar un negocio en un lugar determinado es más rentable que en otro. Dicha congruencia debe ser un requisito fundamental para quien ostente la titularidad de instituciones como la Secretaría de Hacienda, la Secretaría de Economía y el Banco de México en el caso mexicano.
En esta ocasión, me quiero referir a quien por un corto lapso de tiempo ostentó la titularidad de la Secretaría de Hacienda al inicio del gobierno del hijo predilecto de Macuspana, y me refiero al doctor Carlos Manuel Urzúa, recientemente fallecido.
Tuve la oportunidad de conocer al doctor Urzúa al inicio de la administración del morador de Palacio, en el proceso de entrega-recepción. En aquel entonces, yo me encontraba colaborando en el desaparecido Servicio de Administración y Enajenación de Bienes (SAE), que formaba parte de la Secretaría de Hacienda. En aquella ocasión, observé a una persona sencilla y dispuesta a escuchar a los funcionarios salientes. Asimismo, puedo decir que es una persona que conocía realmente la estructura de la administración pública federal y por ese motivo entendía todas las dinámicas que existen alrededor de instituciones tan complejas como lo era en su momento el SAE.
Ese comportamiento fue el principal activo que el exsecretario Urzúa utilizó para poder tomar las riendas de la Secretaría de Hacienda al inicio del sexenio, e incluso fue algo que los mercados recibieron de forma positiva, dado que sabían que un funcionario de la talla del entonces secretario, podría garantizar que las decisiones económicas tomadas por el actual gobierno fuesen congruentes con la realidad que vivía el país y encaminadas en todo sentido a fomentar una dinámica económica que beneficiaría tanto a los ciudadanos como a los inversionistas. Sin embargo, queda muy claro que, a pesar de ser uno de los hombres fuertes del gabinete en ese momento, pesó más para el tabasqueño el servilismo mostrado por algunos otros que la eficiencia en el ejercicio de su encargo mostrada por el exsecretario. Algo que quedó claro en su carta de renuncia, en la cual destacó dos puntos que me parecen importantes de mencionar: primero, «Discrepancias en materia económica hubo muchas. Algunas de ellas porque en esta administración se han tomado decisiones de política pública sin el suficiente sustento. Estoy convencido de que toda política económica debe realizarse con base en evidencia, cuidando los diversos efectos que esta pueda tener y libre de todo extremismo»; y segundo: «Me resultó inaceptable la imposición de funcionarios que no tienen conocimiento de la hacienda pública. Esto fue motivado por personajes influyentes del actual gobierno con un patente conflicto de interés».
Ambas ideas dejan ver lo que en este espacio hemos comentado muchas ocasiones, las decisiones económicas deben surgir de un proceso de análisis técnico, basado en el conocimiento de los mercados y la situación actual del país, lamentablemente, las decisiones de política económica de la administración del morador de Palacio se dan conforme al estado de ánimo de quien ostenta la titularidad del ejecutivo, es decir, si el día de hoy amanece de mal humor el hijo predilecto de Macuspana, podemos esperar que las decisiones de política económica que se puedan y deban tomar en ese momento no sean las más adecuadas. Asimismo, es claro que en mucha de la política social implementada por este gobierno, lejos de ser un instrumento que busque mejorar la calidad de vida de las personas, es la forma más mezquina que ha diseñado la 4T para obtener votos en las elecciones. El ejemplo más claro es justo lo denunciado apenas en el mes de noviembre por el hoy fallecido doctor Urzúa, quien en su ensayo en la revista Nexos escribió: «Tanto la Secretaría de Bienestar como la de Hacienda aseguraron que en el 2023 se transferirían, en promedio, pensiones a 11.4 millones de adultos mayores.» y «El Consejo Nacional de Población (Conapo) es, por ley, el encargado de proyectar las cifras de la población mexicana año tras año. De acuerdo con el consejo, a mediados de este 2023 el número de adultos mayores con una edad de 65 años o más fue del orden de 10.8 millones. ¿De qué lugar del mundo trajo la Secretaría del Bienestar a los otros 600,000 mexicanos? O, puesto en dinero contante y sonante, ¿dónde quedaron los 17,280 millones de pesos que restan?”
Lo anterior deja claro que el gobierno del hijo predilecto de Macuspana poco entiende de los temas económicos y mucho entiende de cómo favorecerse del uso inadecuado de las finanzas públicas. Y ojo, no es algo que solo diga yo, ni tampoco es algo exclusivamente dicho por el exsecretario Urzúa, es algo comentado por una gran cantidad de personas y expertos en el tema.
El gremio de los economistas hemos perdido una gran voz, la del doctor Urzúa, una persona que demostró frente al autoritarismo de este gobierno congruencia y principios sólidos, dignos de reconocerse y agradecerse, se le extrañará sobre todo en los tiempos que están por venir. Mientras tanto, le mando un fuerte abrazo a su familia y mis más sinceras condolencias por la pérdida de quien, por sobre todo, fue un padre, un esposo, un hermano, un hijo y un amigo.