México ha experimentado una notable desinversión de inversionistas no residentes, registrando una salida de 11,273 millones de dólares durante 2023, según datos del Banco de México. Esta tendencia de desinversión, que se ha mantenido por cuatro años consecutivos, ha reducido la proporción de títulos mexicanos en manos de extranjeros de 29% en 2019 a 16% actualmente. Este cambio refleja la cautela de los inversionistas frente a políticas estatales enfocadas en recursos naturales y un entorno regulatorio percibido como incierto y restrictivo, lo cual podría impactar negativamente en los flujos de capital, cartera e Inversión Extranjera Directa (IED) hacia México.
A pesar de esta tendencia, la moneda mexicana se apreció un 13.2% en 2023, impulsada por factores como posiciones especulativas en el mercado de futuros respecto al peso, mayores ingresos por IED, exportaciones y remesas. Este escenario sugiere que, aunque hay preocupaciones sobre la salida de inversiones de cartera, otros elementos de la economía mexicana siguen atrayendo flujos de dólares.
El carry trade, una estrategia que aprovecha el diferencial de tasas de interés entre monedas, se mantiene atractivo en México, ofreciendo oportunidades para los inversionistas, especialmente en un año electoral. Sin embargo, la aversión al riesgo hacia México persiste, principalmente por preocupaciones sobre el manejo de las finanzas públicas y el continuo apoyo gubernamental a Pemex, lo cual podría presionar aún más las finanzas del país.
Expertos advierten que, sin una estrategia viable para Pemex que reduzca su dependencia del gobierno, el riesgo de que la petrolera estatal afecte negativamente la calificación crediticia de México podría materializarse en el próximo sexenio. Este panorama resalta la importancia de adoptar políticas económicas que fortalezcan la confianza de los inversionistas y aseguren la estabilidad macroeconómica de México.
Con información de El Economista | Nota original
