El miércoles, la policía francesa desmanteló dos campamentos de migrantes en el norte de París, alojando a unas 230 personas, en su mayoría inmigrantes. Esta acción ha sido duramente criticada por asociaciones civiles, que acusan a las autoridades de acelerar la «limpieza social» antes del inicio de los Juegos Olímpicos el próximo 26 de julio.
Paul Alauzy, portavoz de Médicos del Mundo y de «Revers de la Medaille», afirmó que esta intervención es parte de una estrategia para desalojar a inmigrantes y personas sin hogar de las calles de París. «Han llevado a cabo una limpieza social masiva justo antes de los Juegos Olímpicos», declaró Alauzy, señalando el impacto social negativo de estos eventos.
Jamal Ahmed, un inmigrante sudanés, relató su experiencia de vivir bajo un puente en el norte de París durante dos años. «Me llevaron a un refugio en Ris-Orangis por un mes, pero luego me dijeron que me fuera, así que volví aquí porque sabía que había sitio», explicó Ahmed, evidenciando la falta de soluciones permanentes.
El martes, la policía también desmanteló un campamento a lo largo del canal del Ourcq, donde vivían entre 200 y 250 personas. Las autoridades ofrecieron trasladarlos a refugios fuera de la capital o a Besanzón, en el este de Francia. Charlotte Kwantes, portavoz de Utopia 56, informó que la mayoría optó por el refugio.
Las asociaciones señalan que, aunque las autoridades niegan que estos desalojos estén relacionados con los Juegos Olímpicos, el acceso a refugios para inmigrantes se ha facilitado repentinamente. «Antes había que cumplir condiciones drásticas, pero ahora, antes de los Juegos, todo el mundo puede acceder. Es una lógica de ofrecer soluciones temporales para vaciar las calles», dijo Alauzy.
Algunos inmigrantes, como Hassem, un sudanés de 27 años, rechazaron ir a los refugios. «No tomé el autobús porque en quince días nos echarán de nuevo a la calle», aseguró Hassem, pidiendo un alojamiento estable y criticando la exclusión que sufren sin haber causado problemas. En su informe, Revers de la Medaille señaló que París sigue el ejemplo de otras ciudades anfitrionas de los Juegos Olímpicos, presentándose como una «Ciudad de la Luz» estéril, con su miseria casi invisible.
