16 de septiembre de 2024 1:15 pm
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OPINIÓN

Homenaje a Víctor Urbán en el Auditorio Nacional

...Este evento, lleno de música hermosa, aunque ensombrecido por los trágicos acontecimientos, destacó el legado del maestro Urbán y el poder de la música para trascender las adversidades...

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Por Mauricio Rábago Palafox


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El tan esperado homenaje póstumo al maestro Víctor Urbán (1934-2024), considerado el mejor organista de México y titular del Órgano Monumental del Auditorio Nacional, transcurrió el pasado 31 de agosto de 2024, entre momentos de gran música y algunos lamentables tropiezos.

Cuatro magníficos organistas se presentaron en el evento. El programa abrió con la interpretación del italiano Davide Pinna, quien ejecutó la archifamosa “Tocata y fuga en re menor” de Bach (aunque algunos expertos cuestionan su atribución a Bach). Durante la ejecución, el joven organista experimentó algunos momentos confusos en los que se le enredaron los dedos, pero sin detenerse, continuó y salió airoso del conflicto. Prosiguió con el célebre “Adagio” de Albinoni (que tampoco es de Albinoni), y los problemas persistieron: al cambiar de teclado para los solos de viola, estos apenas se escuchaban, mientras que el acorde en el registro medio bajo, sonaba demasiado fuerte. Finalmente, concluyó su participación con “Procesión y saeta” de Jesús Estrada, organista, compositor y maestro del homenajeado Víctor Urbán, sin contratiempos.

Siguió el turno del italo-austriaco Stephan Kofler, quien comenzó con la “Toccatina” de Ramón Noble. Cabe destacar que el maestro Héctor Guzmán, también programado como organista en este concierto, ofreció explicaciones breves de cada obra, con gracia, fluidez y profundo conocimiento, lo que hizo del concierto un evento inolvidable. Tras la Toccatina, se escuchó un sonido agudo persistente; una de las flautas del órgano (el Monumental cuenta con cerca de 16,000 tubos) se había quedado pegada. Para solucionarlo, fue necesario adentrarse en las entrañas del órgano, localizar el problema y corregir el desperfecto. Héctor Guzmán explicó al público que este tipo de fallas es común en los órganos tubulares de cualquier parte del mundo. El encargado del mantenimiento del órgano, el maestro José Luis Falcón, subió a resolver el problema y luego ayudó al organista austriaco con la registración y las vueltas de página. Comenzó entonces el ”Coral No. 3” de César Franck, pero, de pronto, el maestro Falcón se desplomó en el escenario. Trágicamente, una hora después, corrió por la web la noticia de su fallecimiento.

El propio Auditorio Nacional publicó una esquela lamentando la pérdida de Falcón.

A pesar de la tragedia, el concierto continuó con un Auditorio Nacional casi lleno, unas 7,000 personas, y el evento mantuvo su carácter memorable.

Héctor Guzmán, exalumno de Víctor Urbán, se lució con la ”Sonata de Navidad” de Miguel Bernal Jiménez y la ”Tocata y fuga sobre el nombre de BACH” de Franz Liszt: una interpretación espectacular.

El cierre del concierto estuvo a cargo de Eliseo Manuel Martínez, también exalumno de Urbán. Interpretó “Paisaje” de Jesús Villaseñor (1936), quien estuvo presente en el evento, “Oblivion” de Piazzolla y “Uno’ Scherzo per Adele” de Víctor Urbán.

Eliseo Martínez mostró una gran concentración y solvencia musical, deleitando al público con su virtuosismo.

Este evento, lleno de música hermosa, aunque ensombrecido por los trágicos acontecimientos, destacó el legado del maestro Urbán y el poder de la música para trascender las adversidades.

Esperemos que haya más conciertos de órgano en el Auditorio Nacional, donde podamos seguir disfrutando del maravilloso sonido de este imponente instrumento.

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