En un inesperado desenlace durante la jornada final de los Juegos Paralímpicos de París 2024, la atleta española Elena Congost fue descalificada tras conseguir el tercer lugar en la prueba de maratón. La causa de la descalificación fue un breve instante en el que soltó la cuerda que la conectaba con su guía, Mia Carol, para evitar que este cayera al suelo debido a fuertes calambres. Aunque la atleta logró cruzar la meta en tercer lugar, la medalla fue otorgada a la japonesa Misato Michishita, quien estaba tres minutos detrás de Congost.
Elena Congost, con lágrimas en los ojos, lamentó la decisión del Comité Paralímpico Internacional (CPI) al declarar que su descalificación no se debió a una trampa, sino a un acto de humanidad. “Me han descalificado por ser persona”, dijo entre lágrimas. Su acción, que describió como un «acto reflejo», ha generado una ola de críticas, entre ellas la del destacado jurista belga Jean Louis-Dupont, quien calificó la decisión como una «estupidez reglamentaria».
A pesar de la descalificación, el Comité Paralímpico Español (CPE) felicitó a Congost y su guía por su esfuerzo y señaló que las 40 medallas de España «deberían haber sido 41». Además, indicaron que estudiarán la concesión de una beca para la atleta. Congost, que había regresado a la competición tras un parón por maternidad, describió la decisión como injusta y surrealista, especialmente considerando que la diferencia con su rival era significativa.
El reglamento de los Juegos Paralímpicos estipula que los atletas y sus guías deben mantener la cuerda unida en todo momento durante la carrera. Sin embargo, el gesto de ayuda de Congost ha suscitado debate sobre si las reglas deben adaptarse a situaciones humanitarias inesperadas en el deporte.