El 29 de septiembre, cientos de personas se congregaron en las calles de Culiacán, Sinaloa, para manifestarse en contra de la violencia que ha sacudido la región desde el 9 de septiembre. Esta ola de violencia ha sido atribuida a una lucha interna dentro del Cártel de Sinaloa, específicamente entre los hijos del narcotraficante Joaquín «El Chapo» Guzmán y los cercanos a otro cofundador del cártel, Ismael «El Mayo» Zambada.
El presidente Andrés Manuel López Obrador, en una visita reciente al estado, lamentó la muerte de tres soldados en un enfrentamiento ocurrido el 27 de septiembre, mientras los militares realizaban labores de vigilancia para evitar más enfrentamientos entre los grupos criminales. Durante su mensaje desde Chetumal, Quintana Roo, el mandatario expresó su pesar por la pérdida de los uniformados en cumplimiento de su deber.
La protesta de este domingo, denominada «Los valientes de Culiacán», reunió a ciudadanos vestidos de blanco, quienes portaban pancartas con mensajes como «Exigimos una agenda de paz». Algunos de los manifestantes también llevaban imágenes de personas desaparecidas, como un llamado de atención hacia las víctimas de la violencia en la región.
A pesar del clamor por la paz, muchos de los asistentes prefirieron no hablar con los medios de comunicación presentes. Este brote de violencia, que ha dejado decenas de muertos y ha generado bloqueos en calles y carreteras, es producto de una lucha por el control del Cártel de Sinaloa tras la captura y extradición de Ismael «El Mayo» Zambada a Estados Unidos en julio de 2024. Según reportes, Zambada habría sido entregado a las autoridades estadounidenses por uno de los hijos de «El Chapo», lo que ha intensificado el conflicto.
López Obrador ha atribuido parte de la responsabilidad de esta violencia a Estados Unidos y sus políticas, mientras que su propia administración ha promovido la política de «abrazos, no balazos», que busca reducir la violencia mediante programas sociales para evitar que los jóvenes sean reclutados por el crimen organizado. Sin embargo, el presidente ha sido criticado por los altos niveles de violencia en su mandato, que deja un saldo cercano a 200,000 asesinatos.
A punto de concluir su gestión el 1 de octubre, López Obrador entregará el gobierno a Claudia Sheinbaum, quien ha prometido continuar con la estrategia de seguridad actual, pero reforzando la coordinación entre las fuerzas del orden y la fiscalía general para abordar de manera más eficiente la crisis de violencia que enfrenta el país.