La migración libanesa hacia América Latina en el siglo XIX dejó una huella profunda en la región. Desde Brasil hasta México y Argentina, los descendientes de aquellos migrantes siguen destacándose en diversos sectores, especialmente en el comercio y la política. Familias como los Slim en México o los Char en Colombia son ejemplos de cómo los libaneses construyeron grandes imperios económicos desde sus inicios como modestos comerciantes ambulantes.
Este éxito no llegó de manera automática. La comunidad libanesa, especialmente los maronitas, huyeron de la inestabilidad política y religiosa en el Monte Líbano. Llegaron a América Latina en busca de mejores oportunidades y, gracias a su habilidad para establecer redes comerciales, se convirtieron en un pilar del comercio local y regional. Su capacidad de adaptación, facilitada por su fe cristiana y su afinidad con las lenguas romances, les permitió integrarse rápidamente.
Con el paso del tiempo, muchas de estas familias lograron prosperar y sus descendientes accedieron a una mejor educación, consolidando su presencia en sectores clave. Además de los negocios, la comunidad libanesa ha tenido una destacada influencia en la política, con figuras como Michel Temer en Brasil y Carlos Menem en Argentina. A pesar de los escándalos puntuales que han involucrado a algunos miembros, el legado de esta comunidad sigue siendo de admiración y respeto.